Hola holita!
Tras una noche movidita en la que nos ha costado bastante dormir ( fin de semana, fiesta, pueblo de costa, agosto… mucha gente en la estrecha calle, a TODAS horas, con un buen eco, estamos hartos de dar vueltas en la cama), nos levantamos decididos a visitar la península de Istria, o al menos, todo lo que podamos!
Así, alegres, nos dirigimos a la plaza principal de nuestro precioso pueblo y nos tomamos unos cafeticos con leche y una cosa típica de hojaldre con queso… hay que coger energías para pasar toda la mañana dando vueltas.
Cogemos el autobús que nos lleva en 5 minutos (si llega) al aparcamiento “Fornace” en el que hemos tenido de dejar el coche al más puro estilo Venecia. La verdad es que barato no es, pero es lo que hay (15 euros las 24 horas) y, además, te despreocupas del coche totalmente.
Una vez ubicados en nuestra fiel montura, ponemos rumbo a la frontera croata… sin haber cogido los pasaportes!!! Menos mal que estamos en la UE y con el dni pasamos sin problemas. Ahí vamos! Los Truskys invadiendo otro país, ni los Escipiones, tú! Y tras un trayecto no muy largo hacemos nuestra primera parada, Porec.
Dejamos nuestro coche en un aparcamiento y lo primero que hacemos es acercarnos a un cajero para sacar kunas, la moneda que utilizaremos en Croacia. Aquí empieza lo divertido… ¿y cuanto sacamos? ¿Cuánto vale una kuna? Y aquí estamos, en medio de Istria parados mirando al cielo con cara de ignorancia esperando ser iluminados por el espíritu de la Gran Calculadora del Mundo y contando con los dedos, recordando nuestros tiempos de mozalbetes repitiendo la tabla de multiplicar del 7… aish… en fin, que 1 euro son 7,4 kunas… como veréis, el cambio no es fácil…
Dejando a un lado nuestra incapacidad para el cálculo mental, nos disponemos a visitar el bonito pueblo, sembrado de turistas, pero lleno de vida, restaurantes y tiendas, con un cuidado centro histórico y donde encontramos una iglesia patrimonio de la Unesco… que no podemos visitar porque están de misa y no acaba hasta dentro de … 3 horas!!!! Qué rabia.
En fin, una vez hecho el recorrido turístico y ante la imposibilidad de esperar más de 2 horas y media en tan pequeño lugar, decidimos obviar la visita a la iglesia y continuar viaje, cerca de la costa, hasta nuestra siguiente cruz en el mapa, Rovinj.
En el camino a Rovinj hacemos un alto en el canal Limski, que no deja de ser un fiordo, donde la gente acude a bañarse, hay alquiler de barcas, etc… un remanso de paz y tranquilidad, una verdadera preciosidad que queda escondida tras los árboles que circundan la carretera.
Animados por el bello paisaje llegamos a Rovinj. ¿Qué decir? A mi me encantó, un bonito puerto deportivo rodeado de casas de colores llenas de restaurantes (un poco como todos los pueblos costeros) pero con un casco viejo realmente bonito. Si obviamos la típica calle principal que lleva hasta la iglesia que hay en lo alto del pueblo y que está llena de tiendas y extranjeros en chanclas y calcetines, y nos adentramos por las calles aledañas, empinadas, con sus ventanas con flores y su pintura desconchada, sus pequeños bares y sus rincones soleados, llegaremos hasta la iglesia habiendo disfrutado un poco más de la esencia del pueblo. Desde allí arriba, unas vistas magníficas del Adriático. Sin duda merece la pena.
Tras comer unos bocadillos de pollo rebozado (tras hacer la serie de cuentas matemáticas pero ahora con la calculadora del móvil, claro), nos asombramos de lo desconfiados que somos… que si seguro que nos cobran de más, que nos querrán timar por ser guiris, que ahora a ver cuánto nos cobran de servicio… pues no! No estamos encontrando un país demasiado caro en la alimentación (las bebidas sí que suben un poco más) , por ejemplo, los dos bocadillos, con dos bebidas, en un restaurante en el puerto menos de 12 euros. Vale, no es barato pero…
Tras Rovinj, ponemos rumbo a Pula, donde nos sorprende el buen estado de conservación de su anfiteatro romano. Aviso a navegantes, se ve perfectamente desde fuera, caminando por el parque que hay al lado derecho de la entrada se ve todo el interior maravillosamente, así que podéis pagar la entrada de 20kn si os apetece pagar o si queréis ver el museo, pero si sólo queréis ver el anfiteatro, no hace falta gastarse el parné. Como ciudad, Pula es la menos bonita de las tres que hemos visitado hoy, así que un helado de chocolate y melón, una vueltita y para el coche.
Una vez aquí, decidimos empezar a dirigirnos de nuevo al norte, hacia Piran, con la intención de no llegar tarde y poder dar una vuelta por el pueblo y, de paso, ver el atardecer en el Adriático. En lugar de ir por la autopista, decidimos ir por las carreteras secundarias, para intentar ver alguna cosita más, animados por lo temprano de la hora, así que chino chano paramos en Svetvincenat, un minúsculo pueblo con una bonita plaza, a la que le damos la vuelta y ya está visto! 10 minutos a lo sumo. Y de ahí, aprovechando que la ruta marcada por el GPS pasaba, nos paramos en el pueblo abandonado de Dvigrad, donde, también, 10 minutos bastan para visitarlo, sobre todo cuando escuchamos a la niñita extranjera decirle a su mamá… “guachipu aguachipeig escorpión” y señalando graciosa una piedra del suelo. Miramos nuestros pies, que buen día para ir con chanclas, y decidiendo, en el instante, que
ya estaba bien de ciudad abandonada!
Ya poniendo rumbo a Piran, dejamos que nuestro Tonto nos guíe hasta el… infierno… y no una, sino dos veces… su maravilloso plan de viaje nos mete en una carretera sin asfaltar, llena de baches, boquetes y piedras. Decidiendo que no queremos hacer Dios sabrá cuantos kilómetros por esa carretera, cambiamos la ruta diciéndole que nos lleve por la autopista, no puede ser tan difícil llegar puesto que la vemos, todo el rato, a nuestro lado. Pues volvemos al infierno entonces, nos mete por otra carretera peor si cabe que la anterior, a 100 metros un desvío, bueno, pensamos, llegaremos a otra carretera… no! Se supone que llegábamos a la autopista!! Y sí, llegar llegamos, pero el problema es que estamos debajo de la autopista!!! Y venga camino de tierra y le decimos que no queremos carreteras sin asfaltar y el GPS erre que erre… Qué desesperación!!! Reculamos, con el rabo entre las piernas, durante varios kilómetros buscando una entrada a la autopista y… por fin! Ahí está! Nunca nos alegramos tanto de entrar en una vía rápida!!! A partir de este momento, nuestra confianza en el navegador ha disminuido 100 puntos (de 100) aunque, en un plis plas, llegamos a la frontera, cambiamos de país y alcanzamos nuestro Piran querido sin más altercados.
Dejamos nuestro coche (ahora blanco por el polvo) en el aparcamiento y llegamos a nuestro hostel. Nos cambiamos y vamos a dar una vuelta por el pueblo y, sobretodo, a ver el impresionante atardecer. No hay palabras, sentados en una roca en el paseo marítimo atestado de gente, el silencio acompaña al sol mientras se va a dormir. El agua se va tiñendo de rojo y la gente que nada en el mar parece formar parte de un ritual místico, hermoso. Hasta las olas desaparecen mientras el sol se va ocultando en el horizonte y el mismo cielo parece en llamas. Una maravilla.
Y cuando por fin el sol desaparece, el paseo cobra vida, la gente sale a la calle, los restaurantes se llenan y nosotros nos metemos entre pecho y espalda una parrillada de carnes en un local del paseo marítimo, con una cervecita fresquita!!! Ui, que morriña, que cansancio…
Ahora sí que nos podemos ir a dormir a gusto.
Km: 237
Acumulado: 1689
martes, 16 de agosto de 2011
[+/-] | Día 3 - Costa de Istria |
[+/-] | Día 2 - De Saint Paul a Piran |
Buenas a todos!
Aquí viene nuestro segundo día, otro día de tránsito hacia nuestro destino. Un día durillo.
Nos levantamos prontito, para abandonar Saint Paul de Vence a las 7 de la mañana, puesto que el camino que nos falta hasta nuestro próximo destino es largo, Piran. Una gozada atravesar el precioso pueblo cuando aún nadie anda por sus calles, totalmente en silencio, escuchando el ruido del agua y caminando despreocupadamente, sin esquivar guiris despistados y habitantes irritados.
Como ya nos conocemos la autopista que tenemos por delante, nos armamos de valor y de paciencia, para hacer frente a uno de los peores tramos de autopista por las que hemos pasado en nuestras andaduras europeas. Pasado Mónaco, una vez en territorio italiano, las curvas, cambios de velocidad, malos peraltes y, lo más fuerte, autopistas en curva y sin ninguna línea divisoria de los carriles… hacen que a las 3 horas de viaje tengamos el cuello agarrotado, la espalda tiesa y las piernas estresadas. Pero cómo conducen!! Es como el chiste, va un español, un francés y un italiano conduciendo por la autopista… ¿de quien es la culpa? Menos más que a medida que nos vamos adentrando en el país la carretera mejora, las curvas desaparecen y el tráfico disminuye.
Agotados y desesperados, decidimos hacer un alto en Sermioni, cerca del lago di Garda para comer y cual es nuestra sorpresa cuando para salir de la autopista encontramos una cola impresionante!!!! Tras 15 minutos para alcanzar el peaje, nos detenemos a comer en una pizzería que no sirve pizzas, y donde a pesar de saber inglés, pasan de ti y te traen lo que quieren y, claro, acabas hablando en indio para ver si así te entiendes.
Azuzados por el reloj, dejamos para otra ocasión la visita del lago y ponemos rumbo a Trieste, en la frontera italiana. La verdad es que el camino hasta allí pone los dientes largos a cualquier turista que se precie. Durante nuestra travesía por la autopista pasamos por Turín, Milán, Verona, Mantua, Pádua, Piacenza y Venecia… menudos destinos! Menos mal que los conocemos todos, sino nos habría dado un ataque!!
El caso es que por fin llegamos a Trieste, un paseo por su puerto y sus calles y poca cosa más, también hay que tener en cuenta que es domingo y todo está cerrado.
Así que volvemos al coche y ponemos rumbo a la frontera, haciendo una parada en un pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme (bueno, querría, pero menudo nombre… no he conseguido retenerlo) donde, parados en una acera, intercambiamos los planos del GPS, ya que nuestro navegador actual no tiene Eslovenia, Bosnia o Croacia.
Una vez actualizados, nuestro Tonto no sabe pa donde ir. Italia? Eslovenia? Se pierde. Ahora flotamos en la nada, ahora aparecemos en una carretera… qué horror!! Tras una parada estratégica para comprar unos chips de manzana sin grasa y la viñeta para las autopistas eslovenas (30 euros para un mes), hacemos caso de nuestro sentido común y avanzamos hacia la autopista que nos acercará a nuestro destino, Piran, con la esperanza de llegar antes de que nos cierre la recepción del hostal!! Por suerte el camino se hace corto y una parte de él se hace por una carretera comarcal sencillamente impresionante que va al lado del mar, con la puesta de sol y una canción romántica, el trayecto se hizo maravilloso.
Una vez en Piran, siendo restringido el acceso al pueblo (sí, parece que sólo vamos a pueblos superrestringidos…) tenemos que dejar el coche en uno de los aparcamientos que hay antes de llegar, desde donde una navette (llámalo shuttle, llámalo autobús gratuito) nos acerca al centro del pueblo.
Del pueblo, mucho, no hemos podido ver, pero sí lo suficiente para decir que es una preciosidad. Casitas de colores, un paseo marítimo precioso, rocas que separan el mar de las casas, una puesta de sol increíble, gente paseando, restaurantes, y el Adriático bañándolo todo.
Una vez dejadas las cosas en el albergue, salimos a cenar, y tras una pizza y unos “cepvicicis” o algo así, damos un paseo bajo la luz de luna, escuchando el murmullo de las olas y de vuelta a nuestro alojamiento, porque hoy, ya no podemos con nuestras almas.
Mañana más.
Km: 780
Acumulados: 1452
sábado, 13 de agosto de 2011
[+/-] | Verano 2011 - Día 1: El inicio |
Hola, hola!!!
Hoy hemos empezado el día, con energía y alegría, dispuestos a comenzar nuestras vacaciones lo antes posible. Y eso nos ha llevado a levantarnos, felizmente, a las 5 de la mañana, sin remolonear, sin perezosear... y a las 5.30... al coche!
¿Y por qué semejante madrugón? direis. Teníamos algo menos de 700 km por delante hasta llegar a nuestra primera parada, teniendo que salir de Barcelona en el cambio de quincena de agosto y en fin de semana de puente y la intención era dormir en Francia hoy, no en la Ronda de Dalt. Además, con el añadido de que teníamos que dirigirnos a la zona turística de Francia más frecuentada en verano, la Costa Azul. Así que, como la cosa pintaba mal, nuestro pensamiento fue: "si nos levantamos los primeros... no habrá nadie!" Y doy gracias de nuestra insensatez!!!
Cuales Bolt velocistas, hicimos nuevo record personal para llegar a la frontera, alcanzando la Jonquera en 1,30h... uauuu. Entrados en territorio francés ya era otra cosa, a pesar de ir tirando, el tráfico aumentó considerablemente en nuestro sentido, pero en el sentido contrario era... no hay palabras. Creo que en algún tramo hemos llegado a calcular entre 100-150 km de atasco!!!! Pa' no creérselo!!
Por suerte, nosotros, ahí íbamos, chino chano, haciendo nuestras paradas estratégicas para descansar y comer.
Cuando ya casi llegábamos a nuestro destino, Saint Paul de Vence, decidimos hacer una parada turística para amenizar un poco el día, y vamos a visitar Grasse, capital mundial del perfume, cuya visita ya intentamos hace unos años, sin demasiado éxito.
Esta vez sí. Visita a una de las decenas de fábricas de perfume de la ciudad y visita al centro histórico, muy bonito, muy francés, calles empedradas, tiendas cucas y buenos olores por todas partes. ¿Lo que recordaremos siempre? Sentarnos en un jardín, en una hamaca, acariciados por la brisa de la Provenza y siendo vaporizados con agua con esencia de rosa... que sensación, señores, que maravilla, señoras, que gozor, mindundis!
Tras semejante baño odorífero, de nuevo al coche y ya, rumbo a nuestro destino. Viva los pueblos architurísticos! Viva las obras! Viva la leche!!! 1 hora dando vueltas para encontrar el parking recomendado por nuestro hotel, ya que el pueblo es peatonal y los coches no pueden acceder. Pues el caso es que había que acceder y yo gritándole al funcionario que me tenía que bajar el pilón: !Qué voy al hotel! y el funcionario: !Qué no la escucho!... aish... y venga calles estrechas, y venga guiris en medio... y mi coche tan grande... por ahí no quepo! Y, por fin, llegamos al aparcamiento.
Aunque el plan era llegar, dejar las maletas y hacer unas visitillas por pueblos de los alrededores, la odisea de la entrada a Saint Paul nos disuade de tamaña locura, con lo que, tras dejar nuestro equipaje en la Hostellerie des Remparts, dedicamos la tarde a pasear, ver tiendas, comer creps y presenciar partidas de petanca. ¿Podremos vivir así de relajados toda una tarde en un pueblo de 4 calles? Pos va a ser que sí...
Como estamos en la Provenza, en vez de ir a cenar a un local típico, con comida regional, somos tan freaks que acabamos cenando en un Diner, sí, un Diner americano en Saint Paul ¿no lo esperábais, eh!? Y tras intentar mimetizarnos con la población local asistiendo a un conciertillo de un grupo de chavales, nos dirigimos a nuestro hotel, deseando dejar de escuchar al agónico cantante y anhelando, simplemente, una cama ya que nuestro cansancio ya piensa en el día de mañana, otro tute como el de hoy, autopista, autopista y más autopista hasta llegar a nuestro destino, a partir del cual, empezará de verdad nuestro viaje.
Por ahora, las piernas ya se me han dormido y creo que el resto del cuerpo está deseando seguirlas. Hasta mañana!!!
Km. 672
Acumulados... no me hagais repetirlo.
lunes, 8 de agosto de 2011
[+/-] | Verano 2011 - Iniciando la cuenta atrás |
Por fin!! Parece que ya llegan!! ¿Qué quien? Pues las vacaciones!!!
Una semana.. nooo, 4 días e iniciaremos nuestro periplo por tierras croatas, bosnias y eslovenas, esquivando italianos, luchando con los idiomas y peleando con las monedas... aish, pero qué ganas!
Los últimos días antes de un viaje siempre son los de más nervios... ¿lo llevaré todo? ¿Pasaportes? ¿Reservas de hoteles? ¿Indicaciones en el GPS? ¿Seguro del coche? ¿Documentación? ¿La cabeza...?
Y casi, sin darnos cuenta, habrá pasado la semana.
La maleta abierta en el suelo del dormitorio va recibiendo ropa, de cualquier manera, amontonada... se diría que tiene prisa por irse, pero simplemente es el reflejo de nuestra impaciencia. "Ésto me lo tengo que llevar". A la maleta. "Ésto también". Hay que hacer corriendo una lavadora.
Nos proponemos llevar poco equipaje. Siempre decimos lo mismo, pero no sabemos cómo, acabamos llenando la maleta de ropa que no nos ponemos. Qué malos son los "Porsiacaso". Por si acaso llueve... el gorro, por si acaso hace sol... la gorra, por si acaso hace frío... a ver, qué vamos a paises civilizados!! Es cierto, aunque parece que salgamos de España y que el mundo vaya a dejar de tener tiendas! Una vez asumido esto, continuamos con la maleta... por si acaso, el gelocatil.
Cables, antiestamínicos, cargadores, tiritas, cámaras de fotos, champú, carretes... un poti poti de objetos que deben entrar al coche antes que nosotros mismos. Qué no se olvide nada! La música para el viaje, esencial. La cabeza viene y va intentado recordar qué nos dejaremos el viernes...
20 días, 16 hoteles, 3 paises (más 2 de paso)... será agotador y a la vez relajante.
Pero una cosa no olvidamos.
Una vez metamos las maletas en el coche, abrochemos nuestros cinturones, subamos el volumen de la radio y notemos como las ruedas van comiéndose los kilómetros, volando, silenciosas, sobre el asfalto... en ese momento, empezaremos nuestras vacaciones. ¿Nos acompañais?
domingo, 10 de julio de 2011
[+/-] | Dominguereces y cestas de picnic: Gallinas! |
Bueno amigüitos,
Ahora que el verano nos honra con la jornada intensiva en el despacho y el calor intensivo en la calle, la mejor opción es la de permanecer anclado ante el ordenador, ventilador en ristre, consumiendo la inmensidad de las horas que antes parecían segundos, cuando era el reloj el que mandaba sobre el tiempo.
El bochorno te hace recordar lugares más frescos y mejores que los actuales sin ser necesario remontarnos a tierras lejanas y recónditas.
Nuestra última dominguerez es bien sencilla. Un fin de semana de camping, en Roda de Barà. Pero eso no es lo interesante, ya conocemos todos los misterios de los campings de costa: desayunar, piscina, aperitivo, petanca, comer, siesta, café y pasta, playa, merendar, paseo, cenar, sobremesa, dormir… y así en un bucle infinito en función de los días de letargo concedidos.
Entre paseo y paseo, mi dominguerez es visitar una granja, por mi bautizada como la Granja Pirata, ya que es como aquella isla a la que no se puede llegar a no ser que ya sepas donde está.
¿Y qué tiene de especial? Una tontería que a los de ciudad nos encanta pues nos permite entrar en contacto directo con la naturaleza… tras llegar al pequeño recinto con perros y pavos reales, entras en una pequeña sala, austera, llena de cestos misteriosos y gente con acento extraño.
Es un pagés. De los pocos que quedan. ¿Y qué sorpresas guardará en sus ajadas cestas de mimbre? Asomas la nariz, poco a poco, y unos colores intensos inundan tu visión. ¿Frutas y verduras? Para esto tanto misterio. Pero recordad….somos de ciudad y en la ciudad… nadie escuchará tus quejas.
Decides aprovechar el viajecito y ahorrarte la visita al super cuando regreses a la urbe. Paseas entre los cestos y una sensación extraña comienza a apoderarse de ti… qué colores… y sin fluorescentes… ese olor…
Coges un tomate, casi con gesto reverencial, qué textura… te lo acercas a la cara y …huele a tomate!!! Te empiezas a poner nervioso… ¿qué es esto? ¿a qué extraño lugar hemos llegado? Y coges un melocotón y de repente… los recuerdos caen sobre ti con violencia. Ese olor te transporta a un verano de hace años, a un verano dulce, a tardes soleadas donde la pereza era la única actividad permitida. Hemos llegado a un pequeño paraíso donde los colores, olores y texturas están guardados dentro de cestos de mimbre. ¿Qué más podría pedir?
Un sonido extraño llega a nosotros. Su origen se encuentra al otro lado de una pesada puerta de metal. Te acercas a ella, lentamente, paso a paso… alargas la mano y con dedos temblorosos aferras la maneta de la puerta… qué fuerte olor … dudas y el miedo te paraliza durante unos segundos pero la curiosidad es más fuerte (aunque no olvidemos que mató al gato… suerte que no somos gatos).
Cierras los ojos, tiras fuertemente y con decisión y la puerta… no se abre… es corredera. Qué vergüenza! Y cómo la vergüenza es más fuerte que el miedo, abres la puerta rápidamente, preparado a hacer frente a lo que habita tras ella….
Cientos, miles de pequeños monstruos de dos patas, con garras afiladas como cuchillos y que emiten unos ruidos guturales se amontonan dentro de jaulas…sí, amigos… son … !! gallinas !!
Gallinas que, viven como nosotros, en pisos, unos encima de otros. Largos pasillos llenos de aves ponedoras que cacarean en función de su estado de ánimo, que te miran y no te ven, un humano más que pasa de largo.
Y ante semejante espectáculo comienzas a caminar entre las columnas de gallináceos, tan hipnotizado por su soniquete arrítmico, que ni las pesadas moscas que rondan el lugar parecen molestarte. Y, de repente, alguien ha puesto un cartón en tus manos y te encuentras acariciando la superficie de un huevo, aún tibio, y lo tomas entre tus manos como si se tratara de un ídolo sagrado, cómo si dentro estuviera el secreto de la eterna juventud.
Y vas paseando, recolectando pequeños milagros y colocándolos en un rugoso cartón, con cuidado, suavemente… uno… dos… tres… y los minutos pasan y parecen segundos, empleados en la búsqueda del huevo perfecto.
Y cuando abandonas la sala, con una mezcla de tristeza y satisfacción, muestras tu colección de hallazgos, henchido el pecho de orgullo ante aquellos que huyeron despavoridos ante el olor a vida y descomposición, ante la visión de tales horribles monstruos generadores de miles de momentos de placer (huevos fritos….huumm).
Ya en el coche, no puedes evitar lanzar miradas desconfiadas a las estériles bolsas de plástico donde han guardado tus tesoros. Miras, remiras y vuelves a mirar para cerciorarte que los colores, los olores y las texturas no han desaparecido al cruzar las puertas del templo ecológico donde los has encontrado. Y sonríes… continuan ahí.
De vuelta a la rutina, a la ciudad, la pátina gris vuelve a cubrir todo lo que nos rodea. Trabajo, limpieza... Toca hacer la cena. Despistada, abstraída en tus pensamientos, abres la nevera y, sin mirar, coges dos huevos. Cenaremos tortilla. El color es extraño… pero casi no lo percibes. A la sartén. Vuelta con el tenedor. Et Voilà, la tortilla francesa. Te sientas en el sofá, con el plato en una mano y el mando a distancia en la otra. Acercas el tenedor lentamente mientras cambias de canal, cortas la tortilla y te la metes en la boca sin pensar y, de repente…una explosión de sabor inunda tu boca!
Y así es como una persona de ciudad aprendió a que sabe un huevo de verdad.
viernes, 24 de junio de 2011
[+/-] | Se acerca el verano!! |
Buenas a todos.
Normalmente el periodo comprendido entre la Semana Santa y las vacaciones de verano es aburrido, largo, tedioso, duro, interminable, inacabable, eterno, desesperante y desesperado... peeero tiene una cosa buena... es el momento de pensar donde iremos en las vacaciones de verano!!!!!
Y tras mucho pensar y darle vueltas a la cabeza, al globo terráqueo y a la cuenta bancaria, ya tenemos decidido nuestro próximo ... agarraos que vienen curvas... todas las que vamos a tomar para hacer Croacia, Bosnia y Eslovenia. 22 dias. 3 países. 2 personas. 1 coche. E incontables ganas de conocer sitios nuevos!!!
Croacia, por sus islas y su costa, por sus playas y sus parques naturales y porque todo aquel que regresa de Croacia viene enamorado de ella.
Bosnia, por su historia, por su autenticidad, por el misterio y la ignorancia frente a lo que podemos encontrar en un país tan próximo y, a la vez tan lejano, en un país donde la guerra aún está presente.
Eslovenia, por sus bosques, por sus paisajes, por sus lagos y sus castillos y porque es una de las grandes desconocidas en el corazón de Europa.
Así que aquí estamos, soñando, preparando, buscando e imaginando. Con una sensación un poco extraña, entre ilusionados y asustados, mientras el calor y el bochorno va invadiendo nuestra ruidosa ciudad y nosotros nos permitimos el lujo de pensar en las hermosas playas croatas, en los silenciosos pueblos bosnios y en los magníficos bosques eslovenos...
(ver mapa de la ruta)
domingo, 5 de junio de 2011
[+/-] | Rockanrolleando!! Screamin' Festival 2011 |
Hola mis amiguitos rockanrolleros!
Este fin de semana se ha celebrado en Pineda de Mar el Festival de Rock & Roll Screamin' 2011 (bueno, realmente ha sido durante toda la semana pero, evidentemente, para los que trabajamos esto queda reducido al weekend).
Cómo el rock es una de nuestras mayores aficiones, y tras la degustación que hicimos en el festival del año pasado, sin pensarlo dos veces el sábado por la mañana cogimos nuestra maleta, nuestros 8 pares de zapatos, faldas, vestidos, pantalones y camisas y... a rockanrollear!!
El gran problema de este año... el clima. Pero llegamos animados y dispuestos a pasarlo bien!
Primera parada, el hotel para dejar las maletas. Típico hotel de la costa del Maresme, lleno de alemanes churruscaos y rockers resacosos que deambulan de un lado a otro buscando, respectivamente, aftersun y afterparty -osea, ibuprofeno- mientras se preparan para volver a sus quehaceres.
Dejamos el equipaje en las habitaciones, un poco de laca, un clip aquí, un pelo pa'allà y estamos listos para empezar nuestro fin de semana! De cabeza al Chiringuito de la Playa! Aposentamos nuestras posaderas en la silla de plástico que se va hundiendo poco a poco en la arena, nos quitamos los zapatos y parece que la música surfin de fondo hace que el sol se despierte de la fiesta que se dió anoche!
Entre cervecitas y claras, el chiringuito se va llenando de camisas hawaianas, flores en el pelo, tatuajes a gogo, bolsos de mimbre y sombreritos marinenos. Algunos coches clasicos van llegando poco a poco, provocando el crecimiento del ego de sus dueños y el crecimiento de la envidia de las otras 200 personas que hay en la playa!
Después de unas cervecitas, con el sol calentando y el rock entrando en la sangre y en la cabeza llega el momento de marcarse unos bailes en el suelo de madera del chiringuito! Fuera los zapatos de tacón! Nos calzamos las Victoria de toda la vida y a la pista!! Qué más da bailar bien o mal, lo importante es divertirse y vaya si nos divertimos! Giro para aquí, falda para allá! Parece que las clases de Rock funcionan!!! De aquí a Broadway!!

Pero, evidentemente, no todo van a ser bailes, playa, sol y cervezas, que pensábais... también necesitamos comer!!! Así que nos hacemos unas tapitas de pescadito, pulpito, mejilloncitos... y todo tipo de cosas acabadas en ito!
Siguiente parada: la concentración de coches clásicos... qué mala es la envidia! Un poquito de sobremesa, un café y al hotel, ha dormir un poco y a prepararse para la serie de conciertos de la noche, el plato fuerte del Festival!

Bajamos entusiasmados para aprovechar la cena del hotel y tuvimos un duro golpe de realidad. Punto uno. Llueve. No, miento. Diluvia. ¿Pero que es ésto? Dónde está aquello de Spain=Sun!!! Si nuestras caras son un poema, la de los guiris que se bajan del bus directos del aeropuerto no tiene precio... Welcome to Spain!! Punto dos. El buffet del hotel no lo desearía ni para mi peor enemigo!! Pero qué es eso????????? Seguro que la comida no se mueve sola???? Decidimos hacer un mutis por el foro y abandonar la idea de comer en el hotel, puesto que queremos disfrutar de la noche! Así que salimos a la búsqueda de un italiano donde nos salvaron de morir intoxicados por lechuga radioactiva (eternamente agradecidos!).
Tras dudar si coger el coche o una barca para llegar a la carpa del Festival, optamos por el coche y al llegar allí.. no podeis imaginar el barrizal! Todo el mundo maravillosamente vestido corriendo bajo la lluvia! Fuera los tacones y venga! Pies al barro! Adiós al glamour!! Todo el mundo entraba en el recinto como pollos mojaos, medio descalzos y con barro hasta los sobacos...
Pero una vez dentro el ambientillo se hace olvidar la lluvia! Tiendecitas de camisas hawaianas, ropa interior de los 50 (cómoda, lo que es cómoda, pues no parecía...), complementos y discos llaman la atención tanto como la propia gente! Qué mundo! Gente joven, gente mayor, flores, tachuelas, sedas y cuero y siempre el rock de telón de fondo.
Los conciertos de lo más divertido y variados y entre concierto y concierto, una pista de baile enoooooooooooooooooooormeeeeeeee... Qué gozada!!!! Así que tras varias horas de conciertos alternados con bailes a velocidades de infarto nuestros pies ya no pueden más, ni las piernas... ni los brazos... y cuando ya tenemos la mente saturada de rock and roll ponemos rumbo, xino xano, hacía el coche. Ya no llueve, qué bien! Así que sólo queda el barro y las ganas de llegar a la cama...

Al día siguiente, tras una noche ajetreada y poco insonorizada (rockers que entran, alemanes que salen) arriesgamos nuestra salud con el desayuno del hotel y... bueno, al menos desayunamos... y seguimos vivos!!!!!! Aunque el café casi nos mata!! Maletas al coche, un café como Dios manda y hacia Barcelona, tarareando cancioncillas y tonadillas que se han grabado en nuestra cabeza y en nuetros pies a ritmo de Rock and Roll y que nos ayudaran a afrontar la semana con un poco más de bouncing.
Y el año que viene, repetiremos Screamin!!!