lunes, 5 de septiembre de 2016

DE BLOG A FACEBOOK!!!!
"ME GUSTA"!

Aunque no hemos dejado de viajar cierto es que tenemos el blog un tanto abandonadillo, así que aprovechando lo que las nuevas tecnologías nos ofrece hemos abierto una página de facebook donde todo es más ágil y fácil!

https://es-es.facebook.com/andeandaremos/

Allí podréis ver fotos de nuestros viajes, rutas y comentar y preguntar todo lo que queráis!!!

Hace sólo una semana que aterrizamos de Indonesia, así que estaremos encantados de que nos acompañéis en esta nueva andadura!


 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Día 8 – De Salzburgo a Graz



 Nos levantamos en un Salzburgo sorprendentemente soleado que nos hace embutirnos en nuestros pantalones cortos para emprender los más de 200 km que nos separan de nuestro destino de hoy, Graz.

Tras desayunar de nuevo rodeados de gallegos, arrancamos en nuestra ruta. Abandonar la ciudad una mañana de domingo es genial, no hay tráfico y la salida se hace en nada!

Atravesando hermosas carreteras en una hora y media llegamos a la primera parada del día, Hallstaat, un precioso pueblo asomado a un lago. Cuando llegamos la niebla aún baña el lago y el sol se refleja en el agua. El pueblo se va despertando y subimos hasta la iglesia. Lo realmente interesante es la cripta que hay al lago de la iglesia, llena de calaveras decoradas y huesos apilados. En el siglo XVIII se quedaron sin sitio en el cementerio y decidieron desenterrar los restos de los difuntos y acumularlos en una cripta. En cada una de las calaveras escribieron el nombre del muerto y las pintaron con decoración floral para simular la decoración de las tumbas. Lo curioso es que la última de ellas es de 1995, pues aunque ya no es costumbre hacer este proceso, una habitante del pueblo lo solicito expresamente en su testamento. Curioso. Macabro, pero curioso.

Por cierto, en el pueblo hay tres Parkings…ni se os ocurra ir al P3…está lejos pero lejos…
Tras un café para planificar la ruta seguimos hacia Admont, donde está la bibloteca monástica más grande del mundo. Es un pueblo pequeño y el monasterio es enorme. Tras ver una boda y la preciosa iglesia gótica rodeamos el lugar y entramos el jardín del monasterio… cual es nuestra sorpresa cuando nos encontramos que todo el pueblo está allí y que hay una especie de feria de productos realizados por monjes de diversos monasterios y chiringuitos de bocadillos y bebidas. Nos abrimos paso por entre el gentío mientras una orquesta austriaca toca animadas polkas y damos con la puerta de la biblioteca.

De hecho se entra a todo un complejo con el museo de historia natural, de arte moderno, etc… pero lo que realmente nos ha traído aquí son los libros. Visitamos la sala de los Incunables y, por fin, llegamos. Abrimos una gran puerta de madera y ahí está. Una biblioteca barroca, impresionante. Me siento como Bella cuando la Bestia le enseña la biblioteca del castillo. Y esta la verdad es que te deja con la boca abierta, con todos esos frescos, su cúpula, sus estatuas y sus miles de libros…. La visita realmente merece la pena.

Salimos de la biblioteca soñando con tener una de esas alguna vez en nuestra vida y, como parece que soñar nos da hambre, nos mimetizamos con los autóctonos y nos zampamos sendos bocatas de un delicioso asado al horno con mostaza y un par de bebidas de la región.

Animados por el sol y con las barriga llenas cogemos la carretera que nos indica nuestra guía que es una ruta pintoresca. El paisaje está plagado de colinas, vacas y casitas floreadas. El camino es largo pero la música en el coche nos va guiando hasta llegar a nuestro siguiente punto. Thal. ¿Y qué hay aquí? Lo mejor…. El museo de Arnold Schwarzenneger!!!! Está ubicado en su casa de la infancia y repleto de recuerdos suyos. Fotos de familia y recuerdos que hacen referencia a su vida como culturista, como actor y como governator. La verdad es que si te gusta Arnold no puedes dejar de visitar este lugar!!!!

Con una sonrisa en los labios paramos para dar un paseo por el lago que está muy cerca de la casa de Arnie para luego poner rumbo a nuestro hotel de hoy, en Graz.

Llegamos al Hotel Daniel y tras un sustito relacionado con un bordillo y la llanta del coche (una rascada ….grrrrrrrrr y acabamos de cambiar las ruedas … gggrrrrr…grrrrr) dejamos los bártulos y hacemos el paseo de 20 minutos que nos separa del centro de la ciudad.

Ya sabemos que Graz no es la ciudad más turística de Austria pero su centro histórico no está mal y, a pesar de ser domingo, el buen tiempo hace que todo el mundo haya salido a pasear y a comer helado. Asi que, como donde fueres haz lo que vieres, nos cogemos unos pedazos de helados por 1,20 y cuando el cansancio nos empieza a vencer cogemos el camino de vuelta al hotel. Justo antes de llegar a Europaplatz, que es donde nos alojamos, decidimos cenar en un paki que tiene los kebab de oferta, a 2 euros. Y qué buena elección!!! Con el pan hecho por ellos y calentito hacía tiempo que no comíamos un kebab tan rico y tan ligero.

Agotados llegamos al hotel, tomamos una cerveza mientras preparamos la ruta de mañana y a dormir, que cuando nos levantemos... Viena nos espera.

Dia 7 - Salzburgo




Ya que tenemos todo el día para ver la ciudad, y como anoche vimos que es bastante asequible, nos levantamos con toda la tranquilidad del mundo y bajamos a desayunar. Resulta que la camarera del desayuno era de Vigo y mira tú por donde, detrás nuestros llegan unos gallegos la mar de simpáticos pero que revolucionaron el comedor. Tras un poco de charla ponemos en marcha las piernas. 

Llegamos al centro por el río, cuya ribera encontramos llena de puestos de artesanía y nos disponemos a explorar las dos partes del casco antiguo. Empezamos por la menos concurrida, un compendio de calles peatonales llenas de tiendas y de pequeños callejones solitarios.

Varios puentes permiten cruzar el río, el de Mozart o el conocido como el puente de los candados son los más concurridos. 

Y al llegar al otro lado del Salzach empezamos a encontrar las hordas de turistas que se apelotonan en las vías principales, en las plazas, en la casa donde nació Mozart, en la caa donde vivió Mozart, en las tiendas de souvenirs para comprar las bolas de Mozart…. Sí…se vive y se respira Mozart.

A pesar de todo, Salzburgo es una bellísima ciudad. Pequeña, fantástica para hacerla a pie, está llena de encantadores rincones y hermosos detalles. Los escaparates plagados de ropa tradicional hacen que veas lo que viven los austríacos su cultura. Grandes y despejadas plazas flanqueadas por bonitos edificios, preciosas iglesias barrocas aparecen en cada esquina, carros de caballos, calles adoquinadas…Además, durante julio y agosto tiene lugar el Festival de Música de la ciudad, dedicado a la música clásica y ópera y el festejo se respira en el aire. 

Una gran pantalla en Kapitel Platz permite ver gratuitamente óperas y la gente abarrota la plaza para ver el espectáculo. Cuando va cayendo la tarde comienzan a aparecer elegantes caballeros ataviados en traje y pajarita y arregladas señoras embutidas en sus trajes de noche y sus tacones, todos apretando el paso para no llegar tarde a las representaciones.

Lo mejor de Salzburgo es perderse por sus calles y disfrutarla. Subir a su castillo, visitar sus cementerios, el de San Sebastian, donde está enterrado el padre de Mozart, y el de St. Peter, con su Cripta excavada en la roca, saborear un buen helado y dejarse llevar tranquilamente. Nosotros además, no sé si fue porque era sábado, topamos con un mercado de alimentos en Kollegienkirche, lo que le daba más encanto todavía.

Tampoco podéis perderos los jardines del palacio Mirabell, cuyo interior es gratuito (siempre y cuando podáis entrar porque hacen muchísimas bodas). En el rato que estuvimos en el jardín vimos 3 novias diferentes… Una curiosidad sobre este jardín es que hay una zona donde encontramos varias estatuas de enanos, algunos realmente bizarros.

A pesar de que el original está en Viena, en Salzburgo hay un hotel Sacher…ya sabéis, el de la famosa tarta. Pero como tiene unos precios prohibitivos (tanto que ni los ponen…) decidimos merendar en un local que, según nuestra guía, tiene una pastelería muy apreciada por los salburgueses…salzburguereños…que sí… se llama Café Fingerlos. Aquí probamos una deliciosa Sacher Torte y una tarta de chocolate y cereza que poco tiene que envidiar al famosísimo dulce (porción entre 3-3,20 euros).

A pesar de ser una ciudad muy turística, los precios son…comedidos… aunque las bebidas, como en todos lados en este país, son muuuy caras (los cafés rondan los 3-4 euros). Aunque es posible comer muy barato. Nosotros comimos en un local que nos recomendaba nuestra guía como lugar con encanto y tradición pero la cena la hicimos en un puesto callejero de salchichas que estaban realmente deliciosas.

Agotados pero encantados de todo lo que hemos visto en el día de hoy, a pesar de la molesta lluvia que nos ha acompañado tooooda la tarde, damos un paseo hasta nuestro hotel felices por haber estado en esta ciudad y esperando a ver que nos depara mañana.

Día 6 – De Piesendorf a Salzburgo



Hoy nos levantamos temprano, como siempre, pero más preocupados por el tiempo de lo habitual. El día se levanta encapotadísimo, con unas nubes muy bajas envolviéndolo todo. Mientras desayunamos nos decimos que qué le vamos a hacer, puesto que hoy queremos recorrer la que dicen que es una de las carreteras más bonitas del mundo, la Glossglockner Hochalpenstrasse. Casi 50 km de curvas por carretera de montaña con los paisajes más espectaculares de Europa, atravesando el Hohe Tauern. Y resulta que las nubes están tan bajas que no se ve la casa del vecino.

Con fe en el clima ponemos rumbo a la montaña y, de repente, nos pareció escuchar los coros celestiales. Cuando cogemos el desvío hacia la carretera vemos que, a pesar de haber una densa capa gris encima nuestro, un gran triángulo de cielo azul se abre justo por el camino que hemos de coger!! No podemos creerlo!!!

Empezamos a rodar y el cielo cada vez es más azul y los nubarrones van desapareciendo. Para cuando llegamos al peaje está totalmente despejado y luce un sol cegados (sí señores, esta carretera es de peaje,  menudo peaje…34 eurazos… al menos te dan una pegatina…)

Comenzamos el ascenso esquivando ciclistas a gogó. Y poco a poco nos vamos quedando sin palabras. Cada recodo del camino es magnífico, unas montañas majestuosas te van envolviendo, los picos nevados, las verdes praderas, las vacas pastando. Una carretera retorcida y ensortijada que se escabulle por las montañas… menos mal que hay áreas de parada cada poco y podemos parar para hacer fotos, porque este paisaje no tiene desperdicio.

Nuestra meta es llegar al Franz-Josefs Hohe, donde hay un Observatorio y desde donde se tiene unas impresionantes vistas del nevado macizo del Glossglockner.

Al llegar allí, como en cualquier lugar de Austria, encontramos restaurantes, baños, aparcamientos (gratuitos), tiendas de recuerdos…. Pero lo que de verdad sobrecoge es la grandeza de las montañas…nos sentimos como Heidi y Pedro gritando por las praderas…Abuelitooooooo!!!! En fin… con suerte podréis ver marmotas, pues son abundantes en esta zona y hay carteles que te informa de donde suelen estar. Nosotros vimos varias y son taaaan monas!

Colmados de montaña ponemos la música clásica a tope en el coche e iniciamos el descenso (bueno…descenso, ascenso y luego descenso de nuevo….) . Os recomendamos ir prontito porque aunque la subida la hicimos la mar de tranquilos, mientras bajábamos veíamos una fila continua de coches, buses y ciclistas que enfilaban camino para arriba.

Nuestro siguiente destino son las gargantas de Sigmund-Thun Klamm, cerca de Kaprun. Hay opción de hacer dos caminos, uno sólo con las gorgues y otro con los lagos. Nosotros escogemos es de las gorgues, porque es más corto (una media hora, el largo es hora y media) y porque es lo que realmente nos ha traído hasta aquí.

Y la verdad es que merece la pena puesto que el camino de madera que nos lleva por encima del estrecho río es fantástico. La luz colándose por la estrecha garganta confiere al lugar un algo mágico (salvo por el hecho de que una señora con burka nos va dando sustos…)

Nos sorprende la cantidad de turismo de Oriente Medio que hay en este país. Allá donde vamos hay autocares repletos de turistas árabes, ellos con bigote y ellas cubiertas de los pies a la cabeza. Incluso hay restaurantes que sólo tienen los carteles en árabe… impresionante.

Comemos cualquier cosa y encaramos la última visita importante del día, la Eisriesenwelt, el mayor sistema de cuevas de hielo del mundo. Más de 42 km hay explorados aunque únicamente 1 es visitable. La verdad es que hay que estar preparado para lo que viene, y nosotros no lo estábamos. Creíamos que llegaríamos, dejaríamos el coche y a la cueva.

Para empezar, cuando te acercas en coche a la zona miras unas altas montañas peladas diciendo…ualaa… qué altaaaas, mientras el castillo de Hohenwefen aparece, señorial, en lo alto de un risco dejándote con la boca abierta.

Para cuando dejas el coche, dicho castillo ya está por debajo nuestro y la montaña gigante la has subido a medias.

Te acercas a la taquilla alegremente y ya te cambia la cara… para subir a la cuevas puedes escoger 3 minutos en teleférico u hora y media caminando (en nuestro caso bajo el sol de las 3 de la tarde…). Pos ale… cueva y teleférico (22 eurazos cada uno). 

Cuando arrancas a andar te das cuenta que el teleférico no está en la puerta sino que has de andar cuesta arriba un rato, hasta que se te plantea la opción…atajas por el frío y oscuro túnel hasta el teleférico o haces el precioso camino panorámico que rodea la montaña? Ya un poco hasta el gorro de tanta opción mandas a paseo las preciosas vistas y atajas por el túnel. Tras andar un poco más llegas al teleférico. Ese medio de transporte infernal que zozobra como un barco en la tormenta y que te eleva a la estratosfera a velocidad de infarto …. (vale…quizás no es para tanto pero yo tengo vértigo…). Tras rezar tus oraciones llegas a la zona de la cueva…bien!!! Pero no… pasas el bar, los baños y cuando giras una curva del camino ves que aquellos enormes y pelados picos que veías hace rato están ante ti… y que tienes que subirlos… Empiezas a acordarte de toda la familia del que descubrió la cueva mientras vas controlando paso a paso lo que falta para llegar. A esto el castillo del que hablábamos antes ya es pequeñiiiiiiiito!

Cuando las fuerzas ya te flaquean llegas a la cueva y te derrumbas en un asiento a la espera que dé comienzo la visita guiada en inglés. Ropa de abrigo imprescindible puesto que el interior de la cueva está a 0 grados y la vista dura un buen rato.

 Lo genial de la gruta es que no hay luz eléctrica y el simpático guía va repartiendo lámparas antiguas para que la fila pueda ir iluminándose. La verdad es que las grutas son geniales y te hacen sentir pequeño entre tantas y tantas toneladas de hielo. Eso sí…después de la excursión para subir hasta allí preparaos para los 1400 escalones de dentro de la cueva…

Cuando acabamos la visita estamos, literalmente, agotados. Las piernicas nos tiemblan entre el esfuerzo y el frío. Salimos al sol de la montaña y hacemos un alto para tomar una cocacola antes de volver a montarnos en el teleférico infernal para volver a bajar por el camino y por el túnel de la muerte hasta las taquillas y, al fin, al coche. Uff…

Dando el día por zanjado ponemos ya rumbo directo a nuestro lugar de descanso de hoy, Salzburgo, capital de la música!

Tras dejar las cosas en el hotel, cogemos un autobús al centro (la tontuná más grande del día porque, total, que son ya 20 minutos más de andar) y buscamos allí algo para cenar puesto que ya pasan de las 18h. 

Con la tontería de buscar algo y el ansia de descubrir la ciudad, acabamos recorriendo gran parte del casco histórico, casi vacío de turistas, con lo que nos damos cuenta de que Salzburgo es, a parte de una preciosa ciudad, realmente pequeña. Agotados damos con un genuino lugar para cenar. Un local regentado por los monjes de un monasterio, que de hecho está en el monasterio y que es un Biergarten para más de 1000 personas donde venden litros y litros de cerveza y donde hay varios chiringuitos para comprar comida.

Nosotros damos buena cuenta de un litro de birra cada uno y de un plato mixto de carnes asadas (codillo, una especie de tocino y salchicha) y más que satisfechos por el día de hoy, y un poco contentillos, vamos caminando al hotel (creo que ya no sentimos ni padecemos) y de cabeza a la cama.