sábado, 28 de junio de 2014
[+/-] | Dominguereces y cestas de picnic: Riverside Car Show Calafell |
miércoles, 25 de junio de 2014
[+/-] | Hoteles Escocia |
Pitlochry
Lugonia
http://www.lugoniapitlochry.
Huntly
Hillview BB
http://www.hillviewbb.com/
Denhead Steading
La peor experiencia de nuestra vida
http://www.denheadsteading.co.
Foyers
Foyers Roots
http://www.cleartrip.com/
Uig
Uig Hotel
http://www.uighotel.com/
Oban
Oban Youth Hostel http://www.syha.org.uk/where-
Balloch
Glenfen Guest House
http://glenfernguesthouse.wix.
[+/-] | 4 días en la Venecia del Norte: Estocolmo (Parte 2) |
Esta noche la pasamos un poco mejor y aunque apenas había ruido, las
barras de la litera se clavaban en la riñonada en cuanto se chafaba el
colchón y la litera de arriba se inclinaba, así que el terror a dormirme
y que en medio de la
noche la litera cediera y matara al que dormía abajo se apoderó de mí y
me mantuvo en una especie de duermevela toda la noche y pegada a la
pared (donde estaban los anclajes) como una garrapata.
Nos levantamos, miramos por la ventana y continuamos teniendo ese
cielo gris infinito que parece una nube enorme que cubre todo el país
para privarlo de la luz del sol. Nos abrigamos bien y echamos a andar
hacia la zona de museos. El
paseo no es corto pero tampoco se hace pesado. De camino buscábamos
alguna cafetería para desayunar pero no tuvimos demasiada suerte, así
que acabamos tomando un delicioso chocolate con nubes en la cafetería
que hay en la entrada de la isla de los museos.
La nieve nos llegaba hasta las rodillas y era difícil caminar, varios
de los museos estaban cerrados pero sólo el verlos por fuera merecía
sobradamente la pena.
Pasamos el museo dedicado a Abba y el parque de
atracciones “vintage style” que, por desgracia,
está cerrado en invierno, y llegamos al Skansen. Un parque gigantesco
con talleres de artesanos, construcciones tradicionales de las distintas
regiones de Suecia, animales de granja y animales nórdicos. Aunque en
verano tiene que ser absolutamente fantástico,
en invierno este parque tiene un encanto extraño. Nada más entrar
empezó a nevar con fuerza y parecía que estábamos en medio de un
escenario de Sleepy Hollow. Los viejos molinos en madera oscura, los
árboles sin una hoja, nadie en los caminos… daba un poquito
de miedo!!! Los animales de granja, evidentemente, no estaban… pero
cerdos y vacas ya hemos visto mucho. Nos acercamos a la zona de animales
nórdicos y aquí sí que están todos! Lobos (se veían estupendamente!!
Nos quedamos embobaos con ellos!), zorros, alces,
renos, ciervos, osos… bueno… con los osos hicimos el primo bien
pegaditos a los cristales y sollozando porque no veíamos a los peludos
animales cuando de repente un cartelito nos hace pensar en que nuestras
neuronas deben estar congeladas y por eso no funcionan
… los osos hibernan… espabilaos… Sintiéndonos un poco más tontos se nos
hace la hora de comer y para no complicarnos vamos al único restaurante
del parque que había abierto. La verdad es que el lugar era muy
acogedor y comimos un delicioso plato de albóndigas
que nos sentó genial! (http://www.skansen.se/es/
Salimos de nuevo a la nieve y ponemos rumbo al Museo Vasa para ver el
impresionante barco de guerra del siglo XVII que se hundió frente a la
costa de Estocolmo nada más salir del puerto. La verdad es que es
espectacular y bien merece
una tranquila visita. (http://www.vasamuseet.se/sv/
Un buen paseo más tarde llegamos al Gamla Stan y aprovechamos para deambular un poco antes de que cierren las tiendas. El encantador dueño de una tienda nos invita a galletas de jengibre y glüghwein antes de cerrar su local (la verdad…uno de los mejores vinos calientes que he probado nunca!) y buscamos un lugar para cenar algo en nuestra última noche de viaje. Damos con un sitio que nos venía recomendado, un local donde cenar algo informal, quiches, ensaladas, etc... y unas deliciosas tartas de postre. El lugar es encantador, una especie de sótano con una escalera secreta escondida en la chimenea. Una horda de guiris italianos invade la tranquilidad del bar mientras damos buena cuenta de nuestros platos. Caminamos por la noche nevada disfrutando del silencio y del frío. Y esperamos esta noche poder descansar… (http://www.tripadvisor.es/
Al despertar el último día la ciudad parecía otra. Durante ese fin de semana apenas hemos visto gente en la calle pero hoy era día de diario y al salir del hotel había gente por doquier. Iniciamos nuestro paseo por la zona menos “chic” de la ciudad, el barrio de Södermalm. Subimos andando hacía un mirador desde donde se ven varias de las islas, entre ellas la que tiene el parque de atracciones. La nieve de los días anteriores se ha convertido en hielo y el simple hecho de caminar es un riesgo! Pasemos por antiguas calles y nos aventuramos a cruzar un sendero que, según nuestra guía, tiene mucho encanto y unas preciosas vistas. Lo que la guía no especifica es que el estrecho sendero que va junto al acantilado parece una pista de hielo. Tras avanzar varios metros agarrados a la barandilla, luchando por mantener el equilibrio entre risas e insultos decidimos que hemos tenido suficiente sendero y volvemos al asfalto. Intentamos visitar la pasarela y el ascensor de Katerina que, lamentablemente no funciona desde hace meses.
Poco a poco volvemos a nuestro barco, a recoger nuestras maletas de esa tienda de perfumes reconvertida en baggage room. Nos hemos quedado con las ganas de disfrutar un poco de la ciudad. Hemos visto mil terrazas cerradas, nos habían hablado de puestos callejeros de venta de pescados encurtidos… pero es lo que tiene el invierno. De nuevo paseo, bus y aeropuerto, mientras recordamos el intenso fin de semana. El encanto de las calles nevadas, esa agradable sensación de entrar a un sitio calentito y sacudirte la nieve de las botas, los niños haciendo muñecos de nieve y las heladas estatuas de Thor. Hablamos de la luz extraña de este país, que nos ha acompañado todos los días, una luz gris y un sol esquivo que sólo aparecía durante 6 o 7 horas al día (lo de aparecer es un decir). Aprovechamos en el aeropuerto para gastar las últimas coronas que nos quedan comprando algo de embutido de oso y reno y, cómo no, una caja de deliciosas galletas de jengibre. Un fin de semana de desconexión que ha llegado a su final. Más vale empezar a quitarse las botas de nieve que en casa nos vamos a cocer…
[+/-] | 4 días en la Venecia del Norte: Estocolmo (Parte 1) |
La verdad es que hace ya bastantes meses que hicimos nuestra escapada
a tierras nórdicas pero la rutina ha ido haciendo que pasaran los días
sin escribir ni una palabra sobre ella! Y eso…no puede ser!
Aquí vamos con nuestra pequeña reseña de los 4 días que pasamos en Estocolmo.
Quizás enero no es la mejor época para hacer una escapada a un país nórdico, pero nosotros somos así de valientes!
Y allí vamos, un 31 de enero, con toda la ropa térmica de que podemos
hacer acopio. Desde el aeropuerto a la ciudad cogemos lleva un autobús
con wifi de Flygbussarna. Nosotros llevábamos los billetes comprados
directamente desde Barcelona
para evitar el tener que comprarlos allí por el tema del cambio de
moneda (así de gusto:
http://www.flygbussarna.se/es
) Y ahí vamos, a toda velocidad por una autopista oscura y llena de
nieve…welcome to the North… El autobús nos deja en medio de la parte
moderna de la ciudad, cerca de la Terminal de
tren, una zona de llena de hoteles, luces y restaurantes. Pero nosotros
nos alojamos en la parte antigua, así que empezamos a caminar
arrastrando las maletas y los pies por la nieve mientras atravesamos las
calles cada vez más oscuras y solitarias a temperaturas
bajo cero.
Tras lo que nos pareció un buen rato, y con las trenzas ya
congeladas, atisbamos nuestro hostel atracado en el muelle. Es un barco
que hacía cruceros y que ha sido reconvertido en alojamiento al
finalizar sus años de servicio. La verdad
es que el hotel era chulo. Tenía ese encanto decadente de los cruceros
al más puro estilo vacaciones en el mar. Nos dan uno de los camarotes
originales que quedaban en el barco, con baño incluido y cama doble e,
ilusos de nosotros, estamos encantados! (http://www.anedinhostel.com/
Dejamos las maletas y nos lanzamos a buscar algún sitio para cenar.
El estar en el centro es un lujo, pero justamente este centro no es el
súmmum de la vida gastronómica de la ciudad. Aun así hay varios sitios y
nos decidimos por un vegetariano
que tiene muy buena pinta, el Hermitage. Y la verdad es que cenamos
súper bien! Una especie de buffet libre en el que todo estaba buenísimo!
Muy recomendable! (http://gastrogate.com/
Damos un corto paseo en la fría noche sueca deseando llegar a
nuestras camas a dormir como bebés … que inocentes éramos. Al principio
parecía que todo iba bien pero justo al otro lado del pasillo teníamos
la sala de máquinas (que suponemos
que albergaba las máquinas de la calefacción o no sé qué demonios
habría allí dentro). El caso es que no pudimos pegar ojo en toda la
noche porque el ruido de la maquinaria era brutal, al que se añadió el
griterío de los huéspedes fiesteros que vuelven de
madrugada. Toda la noche dando vueltas, con un dolor de cabeza in
crescendo a cada minuto que pasaba… una de las peores noches de mi vida
turística. Yo que me jacto de que el ruido no me molesta para dormir….
La verdad es que se nos está dando bastante bien el día y aprovechando la hora decidimos ir a una zona comercial donde visitamos un mercado de alimentos bien bonito. No es un mercado al uso, es decir, venden alimentos claro está, pero lo genial es que hay muchos puestos que te permiten comer allí mismo, hay varios de comida preparada, bocadillos … y todo tiene una pinta... a pesar de la tentación, cuando las tripas empiezan a rugirnos salimos a la calle para iniciar nuestra cruzada particular. Hemos oído hablar que por esta zona hay un puesto callejero donde se hacen los mejores bocadillos y salchichas de todo Estocolmo y…claro…no podemos perdérnoslo. Tras buscar un cajero para sacar coronas (la verdad es que cogen tarjeta en toooodos lados…menos en el puesto de bocadillos….) damos con el chiringuito de los bocatas y, tras los problemas de comunicación, hacemos nuestras elecciones dejándonos guiar por el amable chico que regenta el “local”. La verdad es que estaban buenísimos y eso de comer un bocadillo bien caliente a 0 grados es curioso!
Por la tarde nos dirigimos a la parte más “moderna” de la ciudad, con la Ópera y los teatros, los helados jardines, los cisnes nadando y una preciosa pista de hielo. Caemos en esa parte neutra que toda gran urbe tiene y que bien podría estar en Estocolmo o en Marrakech. Callejeamos, miramos escaparates, entramos en iglesias, descubrimos coquetos patios art decó, cálidas cafeterías con enormes surtidos de muffins y abarrotadas plazas con mercados callejeros y serias figuras al más puro estilo Gotham. Un grupo de Hare Krishna amenizan el paseo con su alegre cancioncilla mientras miramos a los que nos rodean y te das cuenta de que hay muchas suecas. Nada raro por otro lado. Al principio hacen gracia y cuando te cruzas con un grupo un poco grande de chicas te sientes un poco como Esteso y Pajares al grito de “qué vienen las suecas!” pero luego las vas viendo a todas iguales y, la verdad…tanta rubia aburre…
Poco a poco nos vamos acercando a la hora de la cena. Volvemos a nuestro barco a dejar lastre y salimos bien dispuestos a hacer el guiri de verdad. Y es que la elección del restaurante de esa noche bien merece una ovación. Encontramos en el Gamla Stan un restaurante vikingo. En la puerta nos recibe un mozo que bien podría haber acabado de bajar de un Drakkar o de llegar del mismo Valhalla. Aún sin reserva tenemos suerte. Bajamos unas toscas escaleras hacia una especie de sótano, dejamos los abrigos en un guardarropa, y hacemos entrada en el restaurante al grito de “Please! Let me introduce you! Silvia and Sergio from Spain!!!” y entre el aplauso de los comensales que abarrotaban el local. Las mesas eran grandes bancos donde nos iban sentando unos al ladito de los otros a medida que nos iban presentando. Sin luz eléctrica que ilumine los toscos cubiertos, las velas nos ayudan a leer la carta… madre mía… elegimos unas costillas con mermelada, salmón y cerveza. Todo impresionante. El ambiente, la comida, los camareros, la música en directo que estaban tocando con instrumentos medievales… una experiencia genial!!!! Encantados y un poco más pobres nos dirigimos a nuestra cama, cruzando los dedos para que hoy podamos dormir un poquito…. (http://www.aifur.se/en_home)
lunes, 23 de junio de 2014
[+/-] | Por tierras escocesas - En ruta - Parte 3 |
Deseando retornar un poco a la civilización, el día se levantó despejado y nos arriesgamos a coger una carretera que llevaba al Storr y que nos habían dicho que era bastante mala. Al poco de ponernos en marcha no dábamos crédito a lo que veíamos. Fue una de las carreteras más espectaculares del viaje y para nada peligrosa (supongo que con niebla sí, claro). Disfrutamos del paisaje, visitamos el Kilt Rock, un salto de agua que cae directamente al mar, y vemos el Storr.
Al otro lado de la isla está el castillo de Dunvegan que no llegamos a visitar. Así que siguiendo nuestra ruta volvimos a salir dela isla por la misma carretera por la que habíamos entrado, aunque hay un ferry que une Armadale con Mallaig a nosotros por horarios no nos convenía (supongo que en verano ampliaran los horarios de los ferries). Paramos a comer en medio del Parque Natural, en un restaurante que había en medio de la nada y donde descubrimos que los padres de los fundadores de McDonalds eran escoceses (esto va totalmente en serio). Nos pedimos una hamburguesa sin saber que eran los orígenes del Big Mac (en su versión sana y buenísima, claro).
Finalmente llegamos a Oban, un bonito pueblo ya más grande en el que dormíamos en un youth hostel que, la verdad, estaba de muerte y con aparcamiento incluido. Lleno de tiendas y restaurantes de este pueblo aquí también salen excursiones para ver focas porque hay una colonia súper cerca. El pueblo era encantador y bien merece la pena un paseo tranquilo.
Día 8: De Oban a Balloch
Nos vamos de Oban pensando que habría estado bien pasar un poco más de tiempo aquí y ponemos rumbo a Inveraray, un pequeñito pueblo con un par de calles bonitas y un castillo que hay que pagar para visitar (y casi para ver)… saliendo del pueblo se pasa por un pequeño puente desde donde hay unas bonitas vistas del edificio, aunque es un poco arriesgado pararse ahí. Mejor dejar el coche antes o después e ir caminando.
Así que nos volvimos a Balloch y cenamos en uno de los restaurantes del pueblo tan ricamente (bien rico que estaba todo).
Día 9: Lago Lomond y Stirling: De Merlín y William Wallace
A partir de aquí visitamos la zona del lago Lomond y los Trossachs. Es una región muy bonita. Nosotros fuimos al Lago Katrine (supuesto lago de la Dama del Lago de Merlín), donde hay un barco de vapor antiguo que te da la vuelta al lago. El paisaje es precioso, el barco es antiguo de verdad y en general el paseo es muy agradable, aunque es mejor llegar a primera hora, porque luego hay unas colas…. Puedes escoger entre varios itinerarios e incluso ir con las bicis y bajar en el otro puerto que hay al final del lago para volver en bicicleta.
Cogimos carretera y visitamos Callender y Doune y el imprescindibilísimo Stirling. La ciudad es muy bonita, el castillo es espectacular, pero el cementerio es impresionante! El monumento a William Wallace nos recuerda a la torre de Saruman o a la de la Alta Hechiceria, rodeada por una zona boscosa. La lástima son los horarios, pues cuando nos acercamos con el coche ya no se podía entrar. De vuelta a Balloch decidimos ir a buscar una casa de té que nos recomendaros en nuestro alojamiento y que estaba a la orilla de un lago, cerca de Aberfoyle. Encaprichados con un té un pedazo de tarta dimos con el local pero ya estaba cerrado, aunque eso no nos impidió disfrutar del precioso paisaje de esta región.
Día 10 De Balloch a Edimburgo: Se acabó lo que se daba…
El día siguiente se levantó lluvioso. No quedaba nada más que coger el coche e ir al aeropuerto.
Pequeños consejos:
Cómo haciendo tiempo que estuvimos recordamos muchos lugares pero nos empieza a costar ubicarlos en el mapa.
La verdad es que como vas todo el rato por carreteras merece la pena no ir con prisa y pararte a disfrutar del paisaje, ir parando en los pueblos que vayas encontrando en el camino para hacer un café, reorganizar rutas, etc… Todo tiene su encanto. Nosotros nos íbamos parando en pueblo pequeños si nos daba la hora de la comida o del té o para organizar siguientes visitas.
Hay mil castillos qué ver y no todos salen en las guías. Os los iréis encontrando durante vuestra ruta, así que cuando vayáis conduciendo será inevitable que os paréis aunque sea 15 minutos. Nosotros nos encontramos con Kilchurn Castle o con Stalker Castle, en el Loch Awe. También aquí nos paramos en la Saint Conan’s Kirk, que fue una sorpresa impresionante. Es una iglesia de reciente construcción hecha como si fuera antigua, al menos a nosotros nos encantó.
El tema de la comida no es nada complicado. En muchísimos sitios encontrareis la sopa del día y paninis y sándwiches. Comparado con España es un país caro, pero realmente no hay grandes diferencias de precio entre unos lugares y otros, así que tampoco deis mil vueltas porque, a no ser que sea en una ciudad grande, no notareis mucho la diferencia de precio.
Por el tema del clima. Nosotros fuimos en septiembre, así que ya empezaba a refrescar. Llevábamos mangas largas y sudaderas finas (una, que es más friolera) y manga corta (el otro, más caluroso). Eso sí, zapato cómodo, cerrado e impermeable y algo de abrigo impermeable. Llueve y sale el sol cada media hora, así que ir con paraguas es un coñazo. Nosotros nos cogimos unas chaquetas que dicen que son para navegar, con un polar fino por dentro, impermeables y con capucha. Y ya puede llover!
[+/-] | Por tierras escocesas - en Ruta - Parte 2 |
Nos levantamos y cogemos las maletas para dirigirnos al aeropuerto. No, no nos vamos. Es que decidimos coger nuestro coche de alquiler en las agencias del aeropuerto para así no tener que atravesar la ciudad conduciendo por la izquierda, con el volante al otro lado, los nervios, los peatones y los bordillos. Las únicas dos veces que hemos alquilado coches lo hemos hecho con Europcar, puede ser que no sea la más barata, pero en ambas ocasiones nos ha dado muy buen servicio.
Pues allá vamos, nos sueltan la llave del Fiat Cinquecento blanco impoluto con su volante mal puesto y ahí te apañes. Pues con los nervios de punta y el cambio de marchas a la izquierda arrancamos poquito a poco. Parece que conduce una abuelita pero salimos del parking y de repente…una rotonda… y otra y otra y otra. Madre mía. La primera rotonda es horrible. Gira pal otro lado, cambia las marchas, mira por el otro retrovisor. En el coche un silencio sepulcral y una concentración máxima. En silencio los metros (con tranquilidad) van pasando y vamos cogiendo confianza. La verdad es que es un coche que se conduce muy fácilmente. Iniciamos ruta!!!! Hay que decir que uno se acostumbra superrápido a conducir por la izquiera, así que…sin miedo! (aunque cuidado con los bordillos)
Cogemos la carretera de la costa de Fife que nos lleva por varios pequeños pueblos de pescadores, de esos que viven por y para el mar, como St Monans, con su preciosa iglesia o Pittenweem. En Crail podéis comer langosta fresquísima y muy bien de precio en una caseta que hay al lado del puerto (http://www.tripadvisor.co.uk/
Día 4 – De Pitlochry a Huntly – Mission…Impossible: Alojarse
Nos adentramos en el parque de los Cairngorms y es aquí cuando empezamos a darnos cuenta de que estamos en Escocia. La boca abierta y la cámara preparada en cada curva. Menudos paisajes. Hacemos un alto en un cafetería que hay en medio del parque, al lado de unas pistas de esquí que están desiertas y respiramos el aire puro del parque natural. Continuamos atravesando los fabulosos paisajes para ir a Stonehaven donde está Dunnotar Castle , otro imprescindible. En nuestra opinión los castillos de Escocia merece la pena verlos desde fuera pues lo impresionante es el conjunto del castillo con el paisaje en que están ubicados. Y este, realmente, es espectacular, encaramado en una roca del acantilado con el mar a sus pies y las gaviotas sobrevolándole.
De ahí pusimos rumbo a Aberdeen que, sinceramente y para nuestra opinión, no tiene gran cosa. Una especie de galería comercial “renacentista”, un par de edificios demasiado restaurados y se acabó. Se supone que esa noche dormíamos en una granja en medio de la campiña escocesa. Tras una hora y media de dar vueltas por el campo, cruzarnos con vacas y de que nuestro gps se volviera loco optamos por preguntar a una familia de granjeros aún a riesgo de acabar convertidos en abono para el cultivo. Muy amablemente nos indicaron, con ese acento escocés tan cerrado, la dirección que teníamos que coger y, por fin, llegamos a destino. Aunque sin saber bien porqué resulta que habían cambiado nuestra reserva al día siguiente… sin disculpas, sin soluciones y sin razones. Nos metimos en el coche muy disgustados y ya de noche cerrada, cansados y sin comer nada, emprendimos la busca de alojamiento en una Escocia llena de turistas. Llegamos al pueblo de Huntly y vimos un B & B. Preguntamos llenos de esperanza pero estaban llenos. Ante nuestra desesperación la encantadora dueña se metió en su casa y se puso a llamar a alojamientos del pueblo hasta que nos encontró uno cerca de allí. Nos la habríamos comido a besos. Nuestro alojamiento era la casa de una típica señora escocesa, dulce, encantadora, con una casa acogedora, que nos vio llegar agotados y medio llorosos y nos hizo un té con pastas a las 11 de la noche. A pesar de la mala experiencia con el alojamiento inicial, el hecho de encontrarte con gente dispuesta a ayudarte te hace pensar que tal vez no todo está perdido.
Nos levantamos y tras comprar un ramo de flores para la señora que nos buscó el alojamiento y tras llorar todos un poco seguimos viaje hacia la zona del Speyside que es donde están casi todas las destilerías. Fuimos a visitar la de Glenffidich, porque vimos que era de las pocas que eran gratis. Y la verdad es que estuvo muy bien y con cata de whisky incluida. Nuestro siguiente destino era Inverness, que es una ciudad más grande llena de tiendas, restaurantes, turistas y su rojo Castillo.
Iniciamos el descenso por la orilla del Lago Ness intentando ver al monstruo, pero nada…. Al Lago Ness lo rodean dos carreteras. La carretera que va por la ribera norte del lago pasa por el castillo de Urquart, en Drumnadroicht. Esta carretera está en perfecto estado y es la transitada por todo el mundo. La que va por el sur es una carretera estrecha de un carril y poco más, mucho más agreste y con mucho menos tráfico (y menos cómoda). En esta hay un pequeño salto de agua, el Foyers.
Nosotros iniciamos el descenso por la de la derecha, pues dormíamos en Foyers. Dejamos las cosas y fuimos a visitar Fort Augustus, que es un pequeño pueblo con puerto y el castillo de Urquart. La verdad es que era un poco incómodo dormir en Foyers porque la carretera no era la mejor, para qué negarlo, y a la que se hacía de noche no se veía nada. Pero cómo bonita…
Por lo que respecta al Lago Ness, acabamos un poco decepcionados. No porque el lago no sea bonito, que lo es (como todos los lagos de Escocia), o porque el paisaje no lo merezca, sino porque salió nuestro lado friki y esperábamos encontrar más circo, un poco más de turisteo, de Nessis y de portaventureo. Y la verdad es que no. Ni Nessis de peluche, ni espectáculo. Por un lado fue genial… pero a nuestra vena friki le faltaba gasolina!
Día 6 – De Foyers a Uig: Ojipláticos
Al día siguiente rodeamos de nuevo el lago y ponemos rumbo a la isla de Skye por la A87. Aquí empiezan de verdad los paisajes que te dejan sin aliento. Éramos incapaces de hacer más de 5km seguidos sin parar para hacer una foto. Al pasar por las 3 hermanas te quedas sin aliento. Merece la pena no tener prisa y disfrutar de cada recodo. Y en medio de tanta belleza de repente llegas al castillo de Eilean Donan, uno de los más importantes de Escocia, puede que el más fotografiado. Este castillo es que sale en la película “Los Inmortales”. Y la verdad es que podrías estar horas mirándolo y haciéndole fotos.
Atravesamos el puente que nos lleva hasta la isla de Skye y hacemos un alto para comer algo. Aquí probamos el tradicional Haggis (puré de colinabo, puré de patata y una especie de tripa de cabra triturada), no es lo mejor que hemos comido pero acompañado de un té con leche la verdad es que no pasa nada mal! Cogemos una preciosa carreterita que te va llevando por un paisaje espectacular, plagado de ovejas peludísimas y de ruinas de iglesias hasta que llegas a un pequeño pueblo donde parece que se acaba el mundo.
Como nosotros dormíamos en Uig, que estaba al norte de la isla, decidimos ir haciendo carretera hacia allí. Hacemos un alto en Portree, una pequeña y coqueta ciudad. Desde aquí, y desde otro muchos pueblos en la zona es desde donde salen excursiones para ver colonias de focas y, dependiendo de la época del año, ballenas. La intención era visitar el Storr, un monumento natural, pero la niebla era tan espesa que no tuvimos valor de continuar, así que dimos toda una vuelta para llegar a Uig a cenar algo y descansar. Tuvimos suerte porque la carretera que llevaba al pueblo la cerraban de noche por obras, así que nos fue de muy poco. Y al llegar a Uig…. allí no había absolutamente nada. Uig es, básicamente, una ciudad portuaria desde donde salen los ferries para otras islas. Apenas había casas y, cuando fuimos nosotros, ni un par de bares que había estaban abiertos. Lo único que parecía habitado era nuestro hotel (“el hotel”. Puede que en agosto haya mucho más movimiento pero en octubre era la desolación de Smaug. Eso sí, a nivel paisaje es precioso, pero a nivel alimenticio… nos salvó la vida una gasolinera que había abierta (“la gasolinera”) donde pudimos comprar unos sandwiches preparados.
[+/-] | Descubriendo las Highlands - Parte 1 |
Tras un año bastante tortuoso y un agosto bastante chunguillo llegó el momento. Una semana de vacaciones perdida en septiembre que esperábamos como agua de mayo. Necesitamos salir, respirar profundo y llenar nuestros pulmones con un poquito de libertad y aire puro. Y que mejor sitio para hacerlo que Escocia…
La preparación del viaje fue un poco laboriosa pues, sin saber aún muy bien porque, los hoteles, albergues y bed and breakfasts estaban a rebosar. Hay que tener en cuenta que durante el mes de agosto se celebran los Highland Games por todo el país y en Edimburgo tiene lugar un importantísimo festival. Pero ya pasado tanto acontecimiento y metiéndonos en el mes más lluvioso del año en territorio escocés es curiosa la cantidad de turismo que hay.
Unas semanas antes cambiamos unos euros a libras esterlinas (por eso de llevar algo de dinero en efectivo), localizamos los pasaportes (por eso de llevar otro documento por si te roban la cartera con el dni), nos agenciamos unas chaquetas impermeables (por eso de la lluvia) y preparamos nuestro gps para las islas británicas (por eso de…ay mare…).
Salir de trabajar, acabar de guardar las cosas, maletas en ristre, al coche, al aeropuerto y ya estamos en el avión. Medio dormitando las 3 horas de vuelo se pasan rápidas y al abrir los ojos ya estamos en Escocia. Llegamos de noche, a las 23h y, cómo no, llueve. En tres horas hemos pasado de casi 30 grados a 15 y las chaquetas salen disparadas de las maletas.
Pillamos al vuelo el autobús de dos plantas con free wifi que nos lleva al centro de Edimburgo, el número 100. Bajamos en la última parada Waverly y en menos de 3 minutos llegamos a nuestro albergue. Primer contacto con el acento escocés. Fail. Con la seguridad de quien todo lo entiende hacemos el check in sin haber sido capaces de entender una frase entera. Y así pasa lo que pasa. Por suerte entendemos lo más importante, puesto que nuestra habitación, al ser privada, estaba en otro edificio y en otra calle. Así que, sin comerlo ni beberlo nos plantamos en la Royal Mile, la principal calle de Edimburgo, intentado abrir la puerta de nuestro edificio. Claro… como hay 4 llaves y no hemos entendido cual abre la puerta pues aquí estamos. Bajo la lluvia probando llaves, como en los concursos de la tele y cuando damos con la llave correcta, llega el primer ataque de risa. La puerta, de medida normal, está verticalmente partida en dos y sólo se abre la mitad, así que topamos con algunos problemas para entrar el equipaje. Una estrecha escalera nos da la bienvenida y tras intentar allanar una morada que no nos correspondía damos con nuestro apartamento y la llave que lo abre. La estructura es la de un piso con dos habitaciones privadas que comparten baño y cocina. Por fin, la última puerta nos separa de la cama. Parece que se resiste pero, finalmente, cede y ahí está. Una habitación decente para ser un hostel aunque con un radiador que no funciona.
Cuando abrimos los ojillos por la mañana ya somos conscientes de que estamos de viaje. Nos acercamos a la cortina, la abrimos y… hace sol! A vestirse rápidamente para aprovechar a tope el único día que estaremos en Edimburgo.
Edimburgo es muy bonita. De la amplia Royal Mile llena de tiendas de souvenirs y restaurantes van saliendo Closers a un lado y a otro (cerca de 200 dicen que hay en la calle). Todos los edificios son de piedra, de la misma altura, colocados en perfecta harmonía. Aquí una iglesia transformada en bar, allí la catedral, otra iglesia que no es tal... calle arriba, la entrada al castillo de Edimburgo. Nosotros no pagamos la entrada pues todo el mundo nos ha dicho que no merece la pena. Así que llegamos hasta la parte alta de la calle para ver la entrada y de vuelta. Lo mejor para ver la ciudad es perderse por las calles, entrar en los closers y descubrir sus patios interiores. Cogemos Candlemaker para llegar hasta Greyfriars para hacer una visita a Bobby, el perro que estuvo durante 14 años delante del cementerio de Greyfriars esperando que su dueño regresara (y claro…el pobre dueño no estaba en condiciones de volver de ningún sitio).
Pasamos por Cowgate, que es lo más parecido a la zona de Marina en Barcelona: discotecas, bares y hostels (no sé yo si es muy buena zona para dormir….). Llegamos a la bonita plaza Grassmarket y rodeamos el castillo para verlo desde todas las perspectivas posibles. Entramos al Princess Garden, un precioso jardín con una increíble fuente y lo que para nosotros son las mejores vistas de la fortaleza y paseando salimos a Princess Street, la calle comercial por excelencia, llena a rebosar de tiendas de ropa. Nos quedamos totalmente enamorados de la calle Rose Street, toda ella peatonal, con terrazas, bares, tiendas… perfecta para pasear! Desde St Andrews Square bajamos al Scott Monument, en verdad impresionante y seguimos Princess Street, haciendo un alto para visitar otro cementerio, hasta la Carlton Hill, una colina desde donde se divisa toda la ciudad y que alberga varios monumentos (algunos de ellos inconclusos). Las vistas desde aquí son magníficas a pesar de que, ahora sí, el cielo negro negro amenazaba lluvia. Un poquito acongojados por el chaparrón que se avecinaba volvemos hacia Waberly y hacemos una parada de super emergencia buscando algún sitio donde comprar adaptadores de corriente porque… gran fallo… no pensamos en que los enchufes del Reino Unido son diferentes y no podíamos enchufar NADA! Ni cargar baterías de cámara, ni móviles ni ná de ná… (una crisis oiga!).
Por suerte en el centro comercial que hay en la estación de Waberly encontramos un tenderete de un chino (cómo no!) que vende adaptadores. Tras casi besarle volvemos a nuestro albergue para poner a cargar los móviles y aprovechamos para comer en un local que, según dicen, hace las mejores baked potatoes de Edimburgo, patatas al horno rellenas de mil cosas (coged la patata pequeña o moriréis en el intento de comeros la grande…bueno, depende del saque que tengáis)
Para bajar la comida decidimos hacer entera la Royal Mile hasta el Holyrood Palace bajo una impertinente llovizna, haciendo algunos altos para café y para visitar alguna Iglesia y algún que otro cementerio. Vamos paseando, mirando tiendas y dejándonos llevar por las callejas de esta hermosa ciudad. Tenemos mala suerte y las visitas al Mary King’s Close están llenas hasta dentro de un par de días, lo cual nos recuerda que tenemos que mirar las cosas por adelantado. Como hemos quedado para tomar una pinta con una amiga que vive aquí, vamos al hotel a dejar el lastre innecesario y nos dirigimos a cenar. Ojo con los horarios porque para los españoles son complicados. Aquí en la capital no se nota tanto pero al salir de Edimburgo los empezamos a sufrir en serio. Para la cena nos dirigimos a un Pub de la cadena Eerie, que tiene 4 pubs en todo el Reino Unido, todos inspirados en el mundo del terror. El de Edimburgo es el Jeckyll and Hyde y hacen un fish and chips y unas hamburguesas de miedo!!!! (por lo buenas…claro). Además de ser un local chulo, con buena cerveza y buena comida, en la página web de los pubs van poniendo vales de descuento, de 2x1 y cosas de estas, con lo que sale muy bien de precio. Hay otro en Aberdeen que es amazing. Lo vimos sólo por fuera pero está dentro de una iglesia y tenía una pinta…. http://www.eerie-pubs.co.uk/
Por la noche estad atentos porque hay música en directo en muchísimos locales. Nosotros quedamos con una amiga que vive en Edimburgo y nos llevaron al pub que hay delante de la estatua de Bobby, al ladito del cementerio de Greyfriars. El pub estaba abarrotado pues esa noche actuaba un cantante folk escocés que nos encantó (Graeme E. Pearson). Todo el mundo cantaba a coro las canciones y el ambiente era genial! (El pub tiene Facebook donde ver las noches de actuación).
Con la sensación de haber aprovechado a tope nuestra fugaz visita a Edimburgo paseamos hacia nuestro hotel, atravesando las calles oscuras y húmedas, cada vez más vacías.