lunes, 23 de junio de 2014

Por tierras escocesas - en Ruta - Parte 2

Día 3 – De Fife Coastal a Pitlochry: De langostas y golf

Nos levantamos y cogemos las maletas para dirigirnos al aeropuerto. No, no nos vamos. Es que decidimos coger nuestro coche de alquiler en las agencias del aeropuerto para así no tener que atravesar la ciudad conduciendo por la izquierda, con el volante al otro lado, los nervios, los peatones y los bordillos. Las únicas dos veces que hemos alquilado coches lo hemos hecho con Europcar, puede ser que no sea la más barata, pero en ambas ocasiones nos ha dado muy buen servicio.

Pues allá vamos, nos sueltan la llave del Fiat Cinquecento blanco impoluto con su volante mal puesto y ahí te apañes. Pues con los nervios de punta y el cambio de marchas a la izquierda arrancamos poquito a poco. Parece que conduce una abuelita pero salimos del parking y de repente…una rotonda… y otra y otra y otra. Madre mía. La primera rotonda es horrible. Gira pal otro lado, cambia las marchas, mira por el otro retrovisor. En el coche un silencio sepulcral y una concentración máxima. En silencio los metros (con tranquilidad) van pasando y vamos cogiendo confianza. La verdad es que es un coche que se conduce muy fácilmente. Iniciamos ruta!!!! Hay que decir que uno se acostumbra superrápido a conducir por la izquiera, así que…sin miedo! (aunque cuidado con los bordillos)


Cogemos la carretera de la costa de Fife que nos lleva por varios pequeños pueblos de pescadores, de esos que viven por y para el mar, como St Monans, con su preciosa iglesia o Pittenweem. En Crail podéis comer langosta fresquísima y muy bien de precio en una caseta que hay al lado del puerto (http://www.tripadvisor.co.uk/Restaurant_Review-g551745-d2219546-Reviews-The_Lobster_Hut-Crail_Fife_Scotland.html). Imprescindible es la espectacular St. Andrews, ciudad donde nació el golf y en la que podéis ver el primer campo que se hizo. Aunque lo realmente espectacular de esta ciudad no es el campo de golf. Los restos de la una antigua catedral con su cementerio, el castillo y la universidad hacen que la visita sea espectacular!! Continuamos via Dunkled hasta Pitlochry, donde hacemos noche en una casa de huéspedes regentada por un matrimonio joven encantador. En Pitlochry hay una presa y una escalera para salmones, así que dependiendo de la época del año podréis ver a los salmones remontando el río. En esta ciudad hay varios restaurantes y tiendas, aunque la mayoría de sitios para comer cierran a las 20h. No os despistéis con los horarios!



Día 4 – De Pitlochry a Huntly – Mission…Impossible: Alojarse
A partir de aquí quedan pocas ciudades grandes y merece la pena empezar a disfrutar los paisajes. Una vista preciosa hay desde el Queens View, un mirador en el lago Tummel, muy cerca de Pitlochry. De ahí visitamos el Blair Castle. El acceso sin pagar es muy limitado, así que para ver el castillo sí o sí hay que pagar. Tienes la opción de pagar la visita a los jardines, con lo que el castillo lo ves desde fuera o puedes pagar la entrada al castillo y los jardines). Al no tener ninguna referencia del interior del castillo optamos por no entrar y verlo desde fuera visitando los jardines.

Nos adentramos en el parque de los Cairngorms y es aquí cuando empezamos a darnos cuenta de que estamos en Escocia. La boca abierta y la cámara preparada en cada curva. Menudos paisajes. Hacemos un alto en un cafetería que hay en medio del parque, al lado de unas pistas de esquí que están desiertas y respiramos el aire puro del parque natural. Continuamos atravesando los fabulosos paisajes para ir a Stonehaven donde está Dunnotar Castle , otro imprescindible. En nuestra opinión los castillos de Escocia merece la pena verlos desde fuera pues lo impresionante es el conjunto del castillo con el paisaje en que están ubicados. Y este, realmente, es espectacular, encaramado en una roca del acantilado con el mar a sus pies y las gaviotas sobrevolándole.

De ahí pusimos rumbo a Aberdeen que, sinceramente y para nuestra opinión, no tiene gran cosa. Una especie de galería comercial “renacentista”, un par de edificios demasiado restaurados y se acabó. Se supone que esa noche dormíamos en una granja en medio de la campiña escocesa. Tras una hora y media de dar vueltas por el campo, cruzarnos con vacas y de que nuestro gps se volviera loco optamos por preguntar a una familia de granjeros aún a riesgo de acabar convertidos en abono para el cultivo. Muy amablemente nos indicaron, con ese acento escocés tan cerrado, la dirección que teníamos que coger y, por fin, llegamos a destino. Aunque sin saber bien porqué resulta que habían cambiado nuestra reserva al día siguiente… sin disculpas, sin soluciones y sin razones. Nos metimos en el coche muy disgustados y ya de noche cerrada, cansados y sin comer nada, emprendimos la busca de alojamiento en una Escocia llena de turistas. Llegamos al pueblo de Huntly y vimos un B & B. Preguntamos llenos de esperanza pero estaban llenos. Ante nuestra desesperación la encantadora dueña se metió en su casa y se puso a llamar a alojamientos del pueblo hasta que nos encontró uno cerca de allí. Nos la habríamos comido a besos. Nuestro alojamiento era la casa de una típica señora escocesa, dulce, encantadora, con una casa acogedora, que nos vio llegar agotados y medio llorosos y nos hizo un té con pastas a las 11 de la noche. A pesar de la mala experiencia con el alojamiento inicial, el hecho de encontrarte con gente dispuesta a ayudarte te hace pensar que tal vez no todo está perdido.



Día 5: De Huntly a Foyers: Whisky y Monstruos

Nos levantamos y tras comprar un ramo de flores para la señora que nos buscó el alojamiento y tras llorar todos un poco seguimos viaje hacia la zona del Speyside que es donde están casi todas las destilerías. Fuimos a visitar la de Glenffidich, porque vimos que era de las pocas que eran gratis. Y la verdad es que estuvo muy bien y con cata de whisky incluida. Nuestro siguiente destino era  Inverness, que es una ciudad más grande llena de tiendas, restaurantes, turistas y su rojo Castillo.


Iniciamos el descenso por la orilla del Lago Ness intentando ver al monstruo, pero nada…. Al Lago Ness lo rodean dos carreteras. La carretera que va por la ribera norte del lago pasa por el castillo de Urquart, en Drumnadroicht. Esta carretera está en perfecto estado y es la transitada por todo el mundo. La que va por el sur es una carretera estrecha de un carril y poco más, mucho más agreste y con mucho menos tráfico (y menos cómoda). En esta hay un pequeño salto de agua, el Foyers. 

Nosotros iniciamos el descenso por la de la derecha, pues dormíamos en Foyers. Dejamos las cosas y fuimos a visitar Fort Augustus, que es un pequeño pueblo con puerto y el castillo de Urquart. La verdad es que era un poco incómodo dormir en Foyers porque la carretera no era la mejor, para qué negarlo, y a la que se hacía de noche no se veía nada. Pero cómo bonita…

Por lo que respecta al Lago Ness, acabamos un poco decepcionados. No porque el lago no sea bonito, que lo es (como todos los lagos de Escocia), o porque el paisaje no lo merezca, sino porque salió nuestro lado friki y esperábamos encontrar más circo, un poco más de turisteo, de Nessis y de portaventureo. Y la verdad es que no. Ni Nessis de peluche, ni espectáculo. Por un lado fue genial… pero a nuestra vena friki le faltaba gasolina!


Día 6 – De Foyers a Uig: Ojipláticos

Al día siguiente rodeamos de nuevo el lago y ponemos rumbo a la isla de Skye por la A87.  Aquí empiezan de verdad los paisajes que te dejan sin aliento. Éramos incapaces de hacer más de 5km seguidos sin parar para hacer una foto. Al pasar por las 3 hermanas te quedas sin aliento. Merece la pena no tener prisa y disfrutar de cada recodo. Y en medio de tanta belleza de repente llegas al castillo de Eilean Donan, uno de los más importantes de Escocia, puede que el más fotografiado. Este castillo es que sale en la película “Los Inmortales”. Y la verdad es que podrías estar horas mirándolo y haciéndole fotos.

Atravesamos el puente que nos lleva hasta la isla de Skye y hacemos un alto para comer algo. Aquí probamos el tradicional Haggis (puré de colinabo, puré de patata y una especie de tripa de cabra triturada), no es lo mejor que hemos comido pero acompañado de un té con leche la verdad es que no pasa nada mal! Cogemos una preciosa carreterita que te va llevando por un paisaje espectacular, plagado de ovejas peludísimas y de ruinas de iglesias hasta que llegas a un pequeño pueblo donde parece que se acaba el mundo.

Como nosotros dormíamos en Uig, que estaba al norte de la isla, decidimos ir haciendo carretera hacia allí. Hacemos un alto en Portree, una pequeña y coqueta ciudad. Desde aquí, y desde otro muchos pueblos en la zona es desde donde salen excursiones para ver colonias de focas y, dependiendo de la época del año, ballenas. La intención era visitar el Storr, un monumento natural, pero la niebla era tan espesa que no tuvimos valor de continuar, así que dimos toda una vuelta para llegar a Uig a cenar algo y descansar. Tuvimos suerte porque la carretera que llevaba al pueblo la cerraban de noche por obras, así que nos fue de muy poco. Y al llegar a Uig…. allí no había absolutamente nada. Uig es, básicamente, una ciudad portuaria desde donde salen los ferries para otras islas. Apenas había casas y, cuando fuimos nosotros, ni un par de bares que había estaban abiertos. Lo único que parecía habitado era nuestro hotel (“el hotel”. Puede que en agosto haya mucho más movimiento pero en octubre era la desolación de Smaug. Eso sí, a nivel paisaje es precioso, pero a nivel alimenticio… nos salvó la vida una gasolinera que había abierta (“la gasolinera”) donde pudimos comprar unos sandwiches preparados.

No hay comentarios: