sábado, 28 de junio de 2014

Dominguereces y cestas de picnic: Riverside Car Show Calafell

Hola andarines.

Ahora que parece que nos hemos puesto un poco las pilas tras nuestro amuermamiento, pensamos que ya toca poner una dominguerez. 

Y por eso, no podíamos dejar de compartir con vosotros el gran fin de semana que pasamos a primeros de mayo en Calafell disfrutando del 9º Riverside Car Show!
La lástima fue no haber podido estar todos los días del festival, pero disfrutamos a tope cada momento.

Como está a un tiro de piedra de Barcelona, en un suspiro nos plantamos en Calafell con las maletas vintage, los can-canes y las ganas de escuchar buena música y desconectar de la ciudad. Primera grata sorpresa, nos alojamos en un hotel recién renovado que supera con creces las expectativas que llevábamos desde casa. Incluso olía aún a pintura! Matamos el tiempo con unas deliciosas bravas y unas cervezas, nos juntamos con nuestros acompañantes, seguimos matando el tiempo con una sorprendente pizza cuadrada (sí, nada más que comemos…¿pasa algo?) Y ya maqueados, pintados y calzados nos vamos hacia el Hotel Canadá donde se harán los conciertos.

Aunque el suelo no sea el más apropiado para darse unos bailecitos (aún estamos pensando si era moqueta…) la verdad es que el sitio en general es estupendo. Sillas para descansar, barra para pedir bebercio y la zona de la piscina para hacer un poco de public relations, comentarios de las jugadas y esparcimientos varios. Nos perdimos el primer grupo de la noche, lo que fue una verdadera lástima pero…qué decir de los Mambo Jambo que no se haya dicho ya. Que son geniales y fantásticos. Te quedas embelesados viéndolos tocar, alucinando de las capacidades pulmonares que se gastan y los pies se te van solos al ritmo de su música, digna en muchos casos de formar parte de las bandas sonoras de las geniales pelis de Robert Rodríguez. Unos bailecitos más tardes decidimos retirarnos para afrontar el día siguiente con energía.

Nos levantamos y un paseo por la playa, al sol, nos recarga las pilas a tope para lo que se avecina. Un bus con banda sonora de sardanas nos acerca al Port de Segur donde está el Car Show. Otra sorpresa. Es brutal. El recinto es el aparcamiento cubierto del Puerto y está super bien pensado. Protegido del sol (y de la lluvia si hubiera sido el caso) era un hervidero con docenas de coches clásicos sencillamente impresionantes, tenderetes de ropa y complementos, de tikis, escenario con conciertos y dj, más coches en el exterior, gente entrando, saliendo, rugidos de motores…. Qué más podemos pedir!!!!!! Una escapadita para comer y comienzan las carreras de 1/8 de milla, un poco tarde, eso sí… (nunca una grúa fue tan aplaudida).

Era la primera vez que veíamos carreras de coches clásicos y escuchar el chirrido de las ruedas quemando asfalto no tiene precio. Al más puro estilo americano una chica en medio de la carretera baja la bandera de cuadros que da inicio a las carreras. Hot Rods, Chevys… todos preciosos y todos con ansia de victoria.

Tras un día estupendo toca prepararse para la noche grande del festival. Picoteamos algo (si se puede llamar así a un peazo de bocata y a unas bravas deliciosamente asombrosas) y ponemos rumbo al Canadá (al Hotel, no al país) para disfrutar de los grupos que tocan esa noche.

El primero fue un descubrimiento que nos dejó con la boca abierta y totalmente enamorados, Lewis Enma and the BCN Fireballs. Qué decir! Al más puro estilo Jerry Lewis se nos metieron a todos en el bolsillo, encendieron las mechas y animaron a la gente a que bailara, aunque todos estábamos anonadados ante tal despliegue de energía y simpatía (a pesar de los micros rebeldes). 

Y tras una cerveza y un descanso, llega el plato fuerte. Sencillamente fabulosos, con un sonido genial y una voz preciosa. Y así Pike Cavalero y los Gentle Bandoleros, a golpe de contrabajo, hicieron que la noche fuera redonda.

Nos vamos a dormir felices por haber disfrutado de un día genial y de una noche maravillosa.

A la mañana siguiente ya toca recoger. Vinimos en tacones y nos volvemos en zapatillas, cansados pero encantados, arrastrando las maletas y prometiéndonos volver el año que viene.
 

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