jueves, 16 de febrero de 2012

Ámsterdam: Día 2 – Amsterdameando!!!

Buenos días!!!!!

Un nuevo día amanece. Poco a poco la gente se va despertando. Levanto la persiana y… oh! Sorpresa! Ni rastro de sol… qué extraño… un cielo gris y nuboso nos espera en la calle. Dentro de la habitación, calentitos, nos vamos poniendo capas y capas de ropa… térmica, leotardos, calcetines, camisetas, más calcetines y más camisetas, jerséis, gorros, bufandas, guantes… apenas podemos movernos! Pero salimos del hotel felices y dispuestos a afrontar el frío!! Una vez en la calle… Pues no es para tanto! Así que animados por nuestra fortaleza física y nuestra capacidad sorprendente para aguantar temperaturas heladoras empezamos nuestro día… con nieve!!! Ha sido pisar la calle y ponerse a nevar… qué bonito!!!!!!!!!

En fin, primera parada, la Casa de Anna Frank, pero antes… un cafetito, por favor!

Así que en Rembrandtplein hacemos un alto en un bruin café, el Café Centraal, y tomamos unos sándwiches calentitos (algunos una tarta de manzana) y unas bebidas mientras vemos como nieva a través de la cristalera. Qué a gustito se está con el calorcito de la estufa, qué rico el desayuno y qué bonito el gato… ¿gato? La cuenta, por favor! A salvo, salimos del café más reconstituidos y ponemos rumbo al Jordaan. Tras un paseo llegamos a la Iglesia, al Homomonument (lo mejor de Ámsterdam, sin duda, un triángulo sucio en el suelo… ) y a la Casa de Anna Frank. Que más que la casa de los Frank, era el lugar donde estuvieron escondidos durante la guerra, el despacho donde trabajaba el padre. La entrada al museo no es demasiado barata (casi 9 euros), pero a nosotros nos encantó la visita. Caminar por las estancias donde vivieron escondidas 8 personas es impactante, con las cortinas negras en las ventanas, sin poder hacer ningún ruido, te hace pensar que la sensación de agobio debía ser insoportable. Con las lágrimas a punto de escapar, finalizamos la visita y continuamos explorando la ciudad bajo la nieve.

Ponemos rumbo hacia la plaza Dam, la más importante de la ciudad. Rodeada de preciosos edificios, mucha gente, asesinos en serie y tiendas es lo que encontramos en esta plaza. Intentamos entrar en la Iglesia Nueva, pero el precio nos tira para atrás, así que decidimos continuar paseo y como estamos haciendo una dieta al más puro estilo hobbit, hacemos un alto de 5 minutos en un pequeño y tradicional local de pescado que hay en una estrecha calle y en el que degustamos unas especialidades holandesas: bocadillo de arenque, que está crudo pero marinado y lo sirven con cebolla cruda y pepinillo en vinagre, y bocadillo de anguila. Con pan blanco, de cereales o bollito es una cosa que hay que probar y a pesar de lo que parezca a primera vista… está bueno! Aunque personalmente prefiero el de anguila, por las raspitas y eso.

Bien contentos por la experiencia, al regresar a la calle parece que el frío empieza a apretar, y ponemos rumbo al Behinjoff, un precioso jardín dentro de una manzana de edificios, en el que tradicionalmente sólo vivían mujeres solteras (y de hecho la mayoría siguen siéndolo), y donde encontramos la casa más antigua de Ámsterdam, construida en madera (la gran mayoría se quemó en un incendio que arrasó la ciudad). Con la sensación de haber aprovechado bien la mañana decidimos aprovechar bien la hora de la comida y nos dejamos recomendar por la guía de viaje que nos lleva a un local donde comer un buen Rijsttafel, el Kanjil & de Tijger. Y la verdad es que salimos encantados. La gastronomía holandesa tiene muchísima influencia asiática, así que este tradicional plato holandés consiste en arroz blanco acompañado de muchos platillos exóticos: tofu con salsa picante, ternera con salsa picante, pollo con verduras, judías verdes, pinchos de pollo con salsa de cacahuetes y cortezas de gambas… qué rico todo!!!! Y además este local sirve los Mangkoks, bols de arroz o fideos que te puedes hacer al gusto, con verduras, carne, etc… y todo acompañado por una leche de coco (la mejor la de coco con rosa!!!) que ayuda a combatir el picante. Mientras vemos como nieva a través de la ventana, y como extraños personajillos ataviados con estrambóticos gorros de colores van calle arriba y calle abajo, nos ponemos en movimiento y tras 10 minutos embutiéndonos ropa, salimos de nuevo a la calle y nada más salir, vemos que los extraños señores tocan una animada música en medio de la plaza.

Preguntándonos qué significado folklórico puede tener vamos de nuevo, plano en ristre, a la plaza Dam, donde el espíritu guiri nos invade y asaltamos una gigante tienda de recuerdos! Más relajados ahora que parece que el timing se está cumpliendo, las calles llenas de tiendas nos atraen y los escaparates nos llamas con sus cantos de sirena. Así que sin prisa, pero sin pausa, nuestros helados piececitos nos llevan, entre resbalón y resbalón a causa del hielo, hacia la Iglesia de Nuestro Señor en el Ático. Y no, no es que haya un okupa en el ático, es que hay una iglesia clandestina que se creó cuando el catolicismo no estaba permitido en la ciudad. Es muy curioso entrar en una casa, subir un piso, otro, y de repente encontrarte una iglesia! De hecho ocupa dos plantas de altura y 3 casas de largo, pero cuando sales a la calle, y miras el edificio, no puedes ni tan si quiera imaginar que allí dentro se esconda una iglesia!

El frío nos lleva a buscar un lugar calentito donde tomar un café y acabamos en un local que huele a chocolate donde están haciendo una especie de minicreps que tienen una pinta…. Pero se ve que la chica no los ha hecho bien y le cae una bronca monumental… pobre. Aún así, algunos de nosotros decide probarlos, aunque parece ser que tenían razón… no les habían salido bien. Con el cuerpo más calentito y animados por la belleza de la nieve al caer vamos paseando tranquilamente, mirando escaparates y tiendeando, tiendeando, llegamos a la zona de las 9 Calles, para intentar ver las tiendas abiertas, aunque, como es domingo cierran antes… no hay justicia en el mundo!

Como al final decidimos no visitar ningún museo más (entre que a ninguno nos emociona la pintura holandesa y que no disponemos de demasiado tiempo) y aprovechando que ya las tiendas han cerrado y la noche se cierne sobre nosotros, nos damos un buen paseo hasta la plaza de los museos. Atravesamos así Leidenplein, llena de vida, bares, restaurantes y de tráfico, mucho tráfico y llegamos a la puerta del Rijksmuseum. El edificio es impresionante! Está situado en un extremo de un parque enorme, que en ese momento parecía la estepa siberiana, que está rodeado de los museos más importantes de la ciudad. Después de hacer un poco el guiri en las letras gigantes situadas en el parque y que te recuerdan, por si lo has olvidado, en qué ciudad estás, volvemos al centro y nos guarecemos del frío en un local, tomando algo, mientras decidimos donde iremos a cenar. Unas coca-colas más tarde y tras echar unas risitas y ya un poco cansados del humo que había en el establecimiento salimos al aire de la calle con la firme decisión de cenar fondue!! Bieeen!!!! Así que atravesamos el Barrio Rojo de nuevo para llegar al Waag y cuál es nuestra decepción cuando nos informan que debemos esperar una hora si queremos cenar. Poco dispuestos a ello, entre el frío de la calle y el del camarero, nos arriesgamos, como ayer, a caminar en dirección al hotel cruzando los dedos para intentar dar con un local donde cenar y no acabar de nuevo en el Mc Donalds…

Caminando caminando, hacemos una parada estratégica en una de las pocas panaderías que hemos visto en Ámsterdam, eso sí, señores, menudo escaparate, y qué de gente... Nos aprovisionamos de dulces para tomar de postre en el hotel (quien sabe si cenaremos o no….) y no acabamos de ponernos de acuerdo en qué cenar. Sin darnos cuenta, llegamos a zona conocida, lo que significa que estamos cerca del hotel… horror!!!!! Y de repente nos viene a la cabeza una imagen… bolas de carne... así que, arriesgándonos a la clavada monumental, regresamos al Schiller, el local donde ayer tomamos un café, para preguntar si se puede cenar, el qué y cómo… Y la verdad es que, al final, cenamos muy bien y nada caro!!! La zona de comedor es preciosa, estilo taberna, toda en madera, es muy acogedora. El agradable camarero nos recitó los platos del día, pasta con diversas salsas o un plato típico holandés: boerenkool worst (puré de col con salchicha ahumada y salsa de carne)… 5 de eso, gracias!!!!!! Y qué bueno que estaba!!!! Y para acompañar unas mitterballen y unas cervecitas.

Satisfechos, y algunos sin haber podido acabar el plato, ponemos rumbo a nuestras camas… digo al hotel!! Una parada estratégica en el Febo para comprar kroketten que algunos de mis amigos se toman de postre (Dios… sólo de verlo me sube el colesterol!!!!!!! Y acaban de cenar!!!!!!!!) y ahora sí, al hotel. Duchas, pijamas y un postre, como está mandado… Bollos rellenos de crema y bañados en chocolate, Oliebollen (una especie de buñuelo con pasas riquísimo) y, lo mejor… un croissant de chocolate… con chocolate… gggrrrr…

Y poco a poco, saturados de tanto comer y de tanto frío, estirados todos en una cama individual, nos vamos quedando traspuestos, pensando en todo lo que hemos visto y en que, mañana, ya se acaba nuestra aventura holandesa…

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