viernes, 6 de mayo de 2011

Todos al coche y... para Francia!

Hola todos!

Por si no habíais tenido suficiente Francia por ahora (estoy por cambiar el nombre del blog por el de Ande Andaremos... ¡¡pos en Francia!!), esta mañana, bien temprano, maletas, abrigos y, por primera vez en este blog, familia, todo dentro del coche, bien apretaditos y carretera y manta.

Hacemos, por décimosexta vez este mes, el mismo camino hacia la frontera gala, las mismas obras, las mismas limitaciones de velocidad pero un destino diferente: Sigean. Nosotros ya lo conocemos pero nos vamos de fin de semana con la familia, esperando que les guste todo lo que tenemos intención de enseñarles.

Así que aquí vamos por la autopista... ¿ya empezamos? Que cuándo llegamos, que pipí, que sed... aish... ¡qué viaje más largo! Una vez pasada la frontera y el coche emocionado por poder ir a 130, enseguida llegamos a nuestra primera parada: La reserva africana. El bombardeo publicitario a nivel mundial es sorprendente y las entradas son sorprendéntemente caras (27€) pero, realmente, merece la pena.

Iniciamos el recorrido en coche con la música de Jurassic Park en nuestros oídos mientras nos adentramos en el territorio de la terrorífica... ¡avestruz! ¡¡Que se nos ha cruzado y se ha intentado comer nuestro retrovisor!! ¡Qué bichos más grandes!


Y luego resulta que a un oso del Tibet le hemos gustado y nos ha acompañado durante un rato, mientras era bombardeado a fotografías... ¡¡no abrais la ventana!!! Un rinoceronte cruzando la carretera... y otro... y otro... y, por supuesto, tienen preferencia, ¡no querría hacer enfadar a un rinoceronte y que las tomara con mi coche!

León y leonas, ñús, cebras... y sin demasiado tráfico. Dentro del coche sólo se oía.. allí, allí!! Cual vigía de goleta indicando tierra...¡¿pero dónde?! ¡yo no veo nada! ¡Ah! ¡Sí! Y el pobre conductor intentado no atropellar ninguna garza despistada. ¡¡Realmente divertido!!!

Una vez aparcado el coche, al más puro estilo dominguero sacamos las bolsas con los bocatas y tras haber llenado bien nuestras tripitas iniciamos el recorrido a pie. Con animales por doquier y con ganas de pasarlo bien vamos conociendo al elefante autista, el chimpancé invisible, la tortuga tímida, el flamenco rosa con patas blancas y el flamenco blanco con patas rosas, las cebras gemelas o la vaca cornuda... Y por suerte, podemos ver al guepardo (gracias a que su gran recinto está en obras y está en uno pequeño) y a los activos licaones que esperan su merienda (que sólo se levantan para tumbarse en otro sitio, a ser posible, a la sombra!).

¿Valoración de la visita? Unas 4 horas realmente divertidas. Además, ¡a quien le guste hacer fotos de los animales disfrutará como un gorrino en un charco!

Tras una mañana de safari nos vamos a Narbonne a dar un paseo y disfrutar un poco de una tarde de tiendas. ¿Narbonne? Como de costumbre, una preciosa plaza del ayuntamiento, una magnífica catedral y unas calles de tiendas cucas. Pero sopesando qué hacer, decidimos poner rumbo a Sigean, donde está nuestro hotel, y buscar allí donde cenar.

Así que sacamos a nuestra mágica carroza del parquing donde estaba esperándonos y ponemos rumbo al pueblo de Sigean. Alcanzamos el hotel, Chambres d'Hôtes Leclerq, y tras hacer las maniobras necesarias para instalar a nuestra calesa en el garage de la casa (¡parece ser que sólo buscamos sitios estrechos, leches!) la encantadora dueña de la casa nos hace un tour por las habitaciones, unas indicaciones de restaurantes, un poco de charla y cada mochuelo a su olivo. Digo... y cada uno a vaciar su maleta, que se nos hace tarde para la cena, ¡que son ya las 20h!

Salimos con las piernas cansadas y las barrigas vacias en busca de algo con qué llenarlas y, haciendo caso de Dorothée, la dueña de nuestro hotel, recorremos el pueblo en busca de los restaurantes recomendados. Finalmente, los dos zagales de nuestra expedición se decantan por un restaurante tradicional francés y allá vamos... y ¡vaya si es tradicional!

Un restaurante como mi comedor de grande (que ya es decir), con un complejo muy fuerte de museo de la vida antigua campestre, y donde ¡¡la camarera, la dueña y la cocinera era la misma persona!!! Creo que era este sitio donde me dijeron que el servico era un poco lento... ¡¡si no me extraña!! Somos los únicos comensales y eso me escama un poco. A pesar de la amabilidad de la dueña y del paté de judías pintas no tenemos mucha fe en el local, pero al llegar la comida parece que nuestros miedos desaparecen un poco. Platos sencillos, pero buenos, y caseros, sobretodo, caseros y un vino de mesa peleón, según mi madre malo, pero cuando ya llevas dos copas todo te sabe a ambrosía! Y como éramos los únicos, pues tampoco ha sido tan lenta la cosa! ¡¡Si escuchábamos a la señora apagar los fogones!! Era cómo comer en casa pero pagando!

Y así, con la tripa bien llena de entrecot y vino tinto, subimos las escaleras de caracol y sentimos la llamada de la jungla... digooo de la cama... que se me cae la baba sólo de verla...

3 comentarios:

Mary Lozano dijo...

Habréis hecho como 200.000 fotos supongo... Jajaja!! Pobres animalitos! ;-)

Los Truskys dijo...

200.000 fotos con cada cámara!!! Que allí todos íbamos con una!!! Ni la Belén Esteban, oiga!!!!

Papi dijo...

Bueno para el primer dia no estuvo nada mal. Ni la visita a la reserva , niel paseo a Narbone. Pero, tanpoco estaba mal el alojamiento ni por supuesto, y aunque un poco (cutre) el restaurante, pues la comida estuvo muy bién. La unica , y digo solo unica, persona que alli habia , hera la dueña, que a su vez hera la cocinera , la camarera y la que se deshacia en ser agradable. Y lo hera