jueves, 9 de agosto de 2012

Día 1 .- De Caudete de las Fuentes a Valladolid


Buenos días andarines! Tras un fin de semana en  Caudete de las Fuentes en el que hemos vivido al más puro estilo fama pero con disciplina militar nuestro sucio coche arranca ansioso en busca de nuevas carreteras y de nuevos aires.

Y, diréis…. ¿a dónde se dirigen ahora este par en pleno mes de agosto? Pues vamos camino a Asturias, patria querida, Asturias de mis amorees!!!  Pero como siempre decimos que lo importante de un viaje es el camino, nos hemos preparado una travesía a través de las Castillas para visitar algunas de las ciudades que aún no conocemos.

Así que kilómetro a kilómetros nos acercamos a nuestro primer destino. Valladolid. Cierto es que de esta ciudad no nos esperábamos nada interesante, puesto que tanta gente nos había dicho que no había mucho qué ver. Pero la verdad es que, no sé si por las bajas expectativas, pero la capital “de facto” del antiguo Reino de Castilla León nos ha sorprendido.

Un poco asustados llegamos al hotel, que más parecía una taberna que un hotel de 3 estrellas, pero como de sabios es rectificar, ahora decimos que es un hotel muy recomendable. Con habitaciones sencillas pero cómodas, este limpio hotel está a 5 minutos andando del casco antiguo de la ciudad.  Es una zona muy tranquila puesto que aquí está la Feria de Valladolid y hay varias cafeterías en los alrededores. A pesar de no tener parquing cerca hay zona donde aparcar y, si no, justo delante hay una enorme zona de aparcamiento de pago (2,5 euros todo el día es muuuy asequible!). Así que… hemos acertado de lleno!
Un corto paseo hasta el centro y nos perdemos por las calles empedradas y llenas de bonitos edificios señoriales. Preciosa es su porticada plaza mayor. Y tras una comida tardía callejeamos alcanzado iglesias, recorremos plazas y placetas y atravesamos el pasaje Gutierrez, pequeña joya escondida de la ciudad. Entre conventos y monasterios, esta elegante ciudad esconce bares y restaurantes que nos llaman la atención por sus nombres originales y dejándonos llevar por las sombras alargadas de los portalones y las siluetas esbeltas de los campan         rios, y tras haber remojado los gaznates con un chispazo bien frío, el aroma de las rosas nos lleva a la orilla del Pisuerga, más transitado que cualquier autopista.

Nuestros agotados pies, piernas, brazos… bueno… nuestros agotados nosotros nos llevan al hotel, a descansar un poco, y cuando el hambre azuza, hacemos una visita a una pequeña hamburguesería cercana al hotel, muy bien de precio pero donde el personal tiene una “chispa” especial y un ritmo ligeramente lento…

Cuando volvemos a nuestra cama, no nos da ni tiempo a pensar en mañana… buenas noches.

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