lunes, 1 de octubre de 2012

Día 7 : Ribadesella - Cabrales - Llanes


Otro nuevo día amanece en tierras asturianas y ponemos rumbo a Ribadesella, bien seguros de que hoy se celebra la tradicional regata.


Aparcamos asombrados de la facilidad, justo al lado de la ría, justo al lado de la comisaría que invalida mi control remoto del coche y cerquita del centro. Qué triunfada!!

Caminamos hacía la oficina de turismo y preguntamos a qué hora es la regata y, cual es nuestra sorpresa cuando la amable informadora nos informa de que estábamos mal informados, puesto que la regata fue hace unos días. Qué mala suerrrrte!!

Así que con la cabeza gacha nos ponemos a patear Ribadesella. El entramado de callejas nos lleva cuesta arriba, poco a poco, a la pequeña ermita y al mirador desde el que podemos ver como la ría parte en dos la ciudad, como la gente se baña en el agua medio dulce medio salada de la playa y como las antiguas casas de indianos se han mantenido firmes, mirando a la ría. Bajamos encantados de haber subido hasta allí y volvemos por el agradable paseo, sembrado de paneles que nos llenan la cabeza de historias de trasgus y sirenas mientras los perretes entrenan en el agua, cazando palos, unos con más maña que otros.

Una vez entramos en el coche, con la alarma sonando (qué fuerte es no saber entrar en tu coche y apagar la alarma que tú misma has activado...), y con el ánimo alto por la bonita visita que hemos realizado, nuestras ruedas nos llevan a la zona de Cabrales, ansiosos por visitar una quesería y aprender el noble arte de curar el queso cabrales!

Llegamos a Arenas de Cabrales, centro neurálgico de la zona, y poco a poco nuestra decepción va en aumento. Sólo restaurantes (eso sí, con cabrales en la carta) y tiendas de souvenirs pero pocas queserías a visitar. Lo único visitable era un museo que recreaba como se hacía el cabrales, pero no nos apetece ver recreaciones. Nos hablaron de que en Asiegu sí que encontraríamos una quesería, así que tras una comida ligera, fabes con almejas y escalopines al cabrales y... postre! cómo no vas a comer postre! arroz con leche, nos metemos en el coche y vamos carretera de curvas arriba hasta llegar a Asiego, aldea perdidilla en la montaña.

A pesar de todo, hay ambientillo puesto que estan de fiestas y nada más llegar nos reciben los cánticos tradicionales que estan animando a los lugareños. Nos damos una vuelta por el pequeño pueblo admirando los órreos, estos sí son auténticos de verdad, las gallinas que anidan debajo, los gatos que maullan encima y el maíz que se seca del alero de madera... pero ni rastro de la quesería. Así que con ese desánimo que suele invadir al guiri cuando no puede guirear lo que quiere, nos vamos al bar del pueblo a por un café y allí nos informan de que la visita a la quesería se hace guiada... aaaaaacabáramos. Pagas unos dineros majos (ahora no sé cuanto era pero más de 20 euros sí) y te enseñan la cava de cabrales, un lagar de sidra y degustación. El tour empieza a las 19h y dura 3 horas. Lo veo ideal si vas con niños, si nunca has visto un lagar (nosotros ya sí) y si nunca has visto una cava de queso. Pero este año estamos de crisis y, además, sólo de imaginar bajar con el coche por el camino por el que hemos subido, de noche cerrada, seguramente con niebla y más que probablemente con lluvia, se me quitan las ganas ni de oler el cabrales, así que hacemos un esfuerzo de imaginación, rebuscamos en nuestra memoria a la caza de la imagen de las cavas de Roquefort y... voilà! Un colage!

De nuevo en el coche, miramos el mapa, recalculamos rutas y hacia nuestro nuevo destino: Llanes.

Llegamos por la impresionante playa de Toró, aunque impresionante también los problemas de aparcamiento. No con pocos problemas dejamos el coche y damos un pequeño paseo por la increïble playa que ha sido escenario de algunas películas. La verdad es que parece de otro planeta con toda esa zona rocosa. Dedicidamente, hay que verla!

Con mejores expectativas subimos al pueblo, al mirador de los Cubos de la Memoria, donde está el faro y... creo que necesitan repintarlos... Esperábamos tanto tanto de ellos que nos han decepcionado un poco, pero lo mejor para juzgar es verlo, así que ya sabeis. Seguimos nuestro paseo hasta el centro del pueblo, una preciosidad que roda una lengua de agua que se adentra en la tierra. Llena de vida, de tiendas y de gente es un lugar ideal para pasar una tarde relajada. Y para pasar un buen rato, que mejor que conseguir leer todo el poema cuyos versos estan dispersos por toda la ciudad. En el suelo vamos encontrando placas con palabras y marcas que nos indican la dirección a seguir, así que un buen entretenimiento es conseguir leerlas todas!! Y, por supuesto... allá vamos... mirando más el suelo que los edificios pero divirtiéndonos como niños!!!!

Una vez superado el reto, damos otra vuelta mirando ahora a nuestro alrededor y tras visitar el recinto de la policía y una preciosa urbanización de casas con ovejas, encontramos el camino que nos devuelve al coche, pasando al lado de una ermita donde no hay ni un alma, entre setos donde perros esperan escondidos para asustarte.


Y ya, por fin, de vuelta en Nueva, al bar de siempre a disfrutar de una opípara cena y un par de botellines.

No hay comentarios: